Esther Durán

Serendipias

Esther Durán


Gala

02/06/2023

¿Se puede tener un apellido más bello? Lo conocí allá por el 97, en la efervescencia emocional, que rima con la primera, gracias a Marisa (cuánto siento no recordar tu apellido), una maravillosa profesora de Literatura que me regaló a mi escritor favorito, a mi eterno inspirador, la poesía, la oratoria, el amor a la palabra... 
Llevaba años temiendo la noticia. Había desparecido de la vida pública, vivía resguardado en su casa donde, confesó a su amigo Quintero, echaba de menos el amor, ese que sí recibía en la calle. Un domingo, no cabe día más triste, punzada en el corazón. Día de elecciones, con la de verdades que disparó sobre la política de este país, que tanto lo decepcionó…y se pierde semejante guinda del pastel. Quién sabe si eligió la fecha para eludir la mala digestión, pues era una de las debilidades de su conocida mala salud de hierro. 
Este país, como tal, no estuvo a la altura. Mi nulo respeto al Cervantes, al Asturias y a la Realísima Academia que se perdieron su presencia. De ninguna manera lo merecen. Quizás, lo de ir cogiendo premios institucionales es una auténtica ordinariez. Él poseía el galardón del público que lo amaba y que en los 90 y 2000 formábamos las filas más dilatadas para que nos regalara su bonita firma. Entonces, cuando los escritores no eran moda, ni leer una influencia, sus lectores éramos, somos legión. 
Leerlo es un deleite, escucharlo un privilegio. Nació con el don de hacer sentencias para la posteridad con cada idea que verbalizaba. Su discurso era poesía. Ante todo, era poeta, poeta en verso, poeta en prosa, poeta. Amaba el arte y el arte lo amaba a él, solo así podría explicarse tal belleza en la creación de un autor. 
La maldita enfermedad le arrebató parte de su esencia. Porque en esencia, era profundamente creyente en un omnipresente Dios, el Amor. En la última charla con Quintero, su rabia atravesaba la pantalla. Estaba furioso. Cómo no. Llega a negar haber conseguido el amor. Ni su amigo, ni quienes lo hemos seguido, leído y entendido nos lo creímos. No os molestéis, conozco la salida. 
El Gala ya maduro pero aun joven dijo que su epitafio sería 'Murió vivo', pero cambió de opinión. Sus cenizas descansarán junto a su dama de otoño y reposarán en los 'jardincillos' de su Fundación, que fue, sin duda, uno de los grandes amores de su vida. Ojalá, sea como fuere, su mano haya vuelto al hociquillo de Troylo y le regalen al eco del universo una charla más.