Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Richelieu

03/10/2023

Hoy es el día del mosquetero (sí, es cierto lo que acaban de leer, porque hay días para todo). Así que, en las siguientes líneas, el autor de la columna va a intentar sacar algo de chicha a tan magna e insigne conmemoración.
Cuando se habla de los mosqueteros, es inevitable trasladarse a la Francia de Luis XIII. Como se sabe, los mosqueteros le deben gran parte de su fama al escritor Alejandro Dumas quien, por alguna floritura de esgrima literaria, no aclaró si los mosqueteros de su obra eran tres, o cuatro. Lo que sí parece claro, según últimas investigaciones, es que el líder de los mosqueteros -el tal D´artagnan- existió , y que su vida y hazañas sirvieron al novelista francés de inspiración.
Establecido el primer axioma, el día de los mosqueteros es la excusa que busca esta columna para hablar de otro gran protagonista descrito por Dumas. En su fabulosa novela, el escritor francés presenta otro personaje que también existió por aquellos años en Francia. Lo mueve algo de época, pero le otorga un protagonismo indiscutible en su libro. Le sitúa en la cúspide del mal, de la mentira, de la confabulación, de la traición, de la deslealtad y del ansia desmedida de poder. Con todos esos atributos, Dumas cincela el personaje del malvado cardenal Richelieu, un hombre calificado por la historia como extremadamente codicioso y deseoso de poder.
Según narra Dumas (y al parecer hay mucho de cierto en el personaje real), Richelieu logró en aquella Francia un poder casi absoluto. Tan poderoso, o más, como el que disfrutaba el Rey. Richelieu rivalizaba en ello con el monarca y, aunque de puertas a fuera siempre se manifestó leal a la Corona, lo cierto es que fueron muchos quienes le acusaron de querer derribarla para su propio interés.
Durante mucho tiempo Luis XIII miro? con mucho recelo a Richelieu. Y aún después de elegirlo primer ministro, seguía sintiéndose incómodo ante un hombre con una gran inteligencia y determinación.
Richelieu supo valerse de las debilidades del rey -y del momento político en aquella Francia-, para fortalecerse y tener más mando. Eliminó cualquier resistencia cortesana para seguir agrandando su cada vez más omnímoda influencia política. Richelieu, fuera y dentro de la novela de Dumas, es recordado por su manera autoritaria para conservar y aumentar su poder. Fue pionero en el uso de la censura a la prensa, la creación de una red de espionaje interior, la prohibición de la discusión de asuntos políticos en asambleas públicas, como el Parlamento de París (similar a una corte de justicia), y la persecución y ejecución de rivales políticos. Años después, Voltaire consideró y tildó a Richelieu de cínico y hambriento de poder. También, de haber provocado guerras para ser indispensable al rey, al estado francés para representar el papel de imprescindible y salvador de la patria.
Pues hasta aquí, lo que el autor de esta columna quería contar en esta conmemoración del día de los mosqueteros. Fin del texto, pero no sin antes advertir que, cualquier parecido o similitud del personaje de Richelieu con algún otro político actual en España, es pura coincidencia. Fruto, por lo tanto, de la libre y sana interpretación del lector.
(Nota.- Hoy, tres de octubre, también se cumplen seis años del histórico discurso a la nación del Rey Felipe VI, dos días después del referéndum ilegal en Cataluña).