Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Aquiles y el centauro Quirón

07/02/2024

En el Museo del Prado se puede contemplar una obra de Pedro Pablo Rubens que nos muestra a Aquiles, el héroe de la Guerra de Troya, montado a lomos del centauro Quirón. El título de la pintura es La educación de Aquiles, y recoge un episodio mitológico de la vida del guerrero, cuya formación fue encomendada a dicho centauro, el más viejo e ilustre de estos seres ambivalentes, mitad hombres y mitad caballos, modelo de sabiduría y coraje, versado en astronomía, pintura, meteorología, música y medicina. Quirón trasmitió a Aquiles todos sus conocimientos, para que el joven lograra alcanzar, por medio de la educación –que los griegos llamaban paideia- la virtud, la areté, que, en los primeros momentos de la historia griega, una etapa que es el humus en el que se ha desarrollado después nuestra cultura occidental, consistía en formar guerreros que, junto al valor físico, la destreza en el uso de las armas y en la lucha, supieran tocar instrumentos, cantar, danzar, hablar correctamente y dominar las formas sociales.
Este ideal educativo era el que se trataba de transmitir a los jóvenes griegos, como reflejan los textos de Homero, la Ilíada y la Odisea. Más tarde, con Hesíodo, el modelo fue evolucionando, buscando también la virtud en la laboriosidad, en el trabajo sencillo, en el esfuerzo; una virtud que ya no era sólo la del guerrero, sino que podía ser accesible a todos los ciudadanos. Posteriormente, Sócrates, Platón, Aristóteles o Plutarco, mostrarían nuevas formas educativas, con la búsqueda de la Verdad, la consecución de la sabiduría mediante la Filosofía. Sus ideas pasarían a Roma, plasmadas en la obra de Cicerón, Séneca o Quintiliano, y, a través de los autores cristianos medievales, como san Agustín –que decía que el maestro tenía que enseñar con alegría- conformarían la base educativa europea, renovada por figuras como Pestalozzi, Giner de los Ríos o María Montessori.
Una buena educación es esencial para la existencia de sociedades democráticas, libres, avanzadas. La preocupación por la calidad educativa ha sido una constante para alcanzar la plena igualdad social. Por ello, la situación actual de la educación en España es un verdadero drama. Quienes llevamos años impartiendo clases vemos, a veces con dolorosa impotencia, la degradación de nuestra educación, en todos los niveles. Las quejas continuas de los docentes, los resultados que aparecen en los diferentes informes, la constatación diaria, nos muestran un panorama aterrador. Una situación que las últimas leyes educativas, las llamadas Ley Celaá y Ley Castells, ésta en el ámbito universitario, sólo han venido a empeorar. Nos asfixiamos en una burocracia absurda y enmarañada, nos hundimos en unas pedagogías fracasadas y estériles, perdemos el tiempo en mil cosas superfluas, dejando de atender a lo esencial, que es educar. En la Universidad no estamos mejor, sin tiempo para investigar, con alumnado que no lee, desmotivado, con carencias básicas.
Un drama, una catástrofe, un suicidio colectivo.