Miguel Ángel Collado

Alma Mater

Miguel Ángel Collado


Adanismo

20/11/2023

El adanismo, esto es, el hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera realizado anteriormente constituye una versión de alta intensidad de la clásica damnatio memoriae pues se fundamenta en el mito del primer humano, Adán, y refleja en el adanista tanto soberbia y vanidad como ingenuidad. Quien padece esta patología se identifica por proclamar que es con él que se alcanza por primera vez en la historia que un logro, que se consigue algo que antes ni siquiera se podía imaginar.
Aquel que desarrolla este comportamiento de ensimismamiento narcisista considera que la historia ha comenzado con él olvidando la continuidad del progreso en las instituciones porque quien gobierna una entidad en un determinado momento puede presumir de sus aciertos, pero no puede, en justicia, sustentar su logro con el argumento de que todo lo anterior fue un yermo. Por eso, los que padecen el síndrome de Adán frecuentemente sufren también del síndrome del beneficiario rencoroso lo que les hace incurrir en incongruencia y contradicción. En efecto,  unas veces anuncian la creación ex novo de lo que instauran, pretendiendo que se parte de cero; otras, como dice Manuel Cruz, el adanista está dispuesto a reconocer algún mérito menor en lo realizado anteriormente, pero considerando que  en modo alguno es comparable con el valor de la propuesta que está planteando en el presente o de los resultados alcanzados por él mismo en su tiempo y que,  generalmente, son la decantación naturalmente cronológica de aquello que pusieron en marcha sus antecesores. Se silencian o deforman las aportaciones anteriores para pretender sublimar actuaciones pretendidamente nuevas.
Esa minusvaloración de los logros anteriores se lleva a cabo mediante comparaciones tendenciosas en las que se manipulan las características o dimensión de los logros o se juega interesadamente con los períodos de comparación que nunca, casualmente, son los mismos, de forma que lo actual se pone en contraste sesgado con el éxito de hace 30, 10, 5 años según convenga a quien adolece de esa enfermedad de inmadurez.  Precisamente, en ese afán de comparar los logros presentes con los del pasado se revela la contradicción del adanista pues ello se compadece mal con subrayar al mismo tiempo esa pretendida construcción desde cero de la realidad presente; si se es Adán en el paraíso, en una tierra en la que no hay nada edificado, entonces puede lógicamente presentarse como mejor comparado con lo no preexistente por definición.
El síndrome del beneficiado rencoroso constituye, dice Maria Rita Parsi en su libro Ingrati. La síndrome rancorosa del beneficiato, la excelencia de la ingratitud pues es algo sutilmente diverso y más intenso que el mero desagradecimiento. Ello se da cuando el benefactor se convierte para quien en el pasado ha sido beneficiado por él en un peso del que quiere liberarse y olvidar de forma inconsciente en unos casos, consciente en la mayoría de las ocasiones y así para desconocer la deuda; por eso Giulio Andreotti hablaba de la vergüenza del reconocimiento. Ello es incompatible con la dinámica de progreso de las corporaciones que necesitan avanzar pues, en otro caso, permanecerían inmóviles lo que, de hecho, sería retroceder, pero el avance no es sino el resultado de una suma de factores entre los cuales no ocupan un lugar menor los impulsos que recibieron en las etapas anteriores de modo que lo nuevo se apoya, en gran medida, en las aportaciones anteriores.