Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Se lo pedimos a San Valeriano

22/12/2023

La situación de laxitud moral que estamos viviendo en casi todos los órdenes y por muchos más de los que sería deseable, me ha hecho buscar una instancia a la que solicitar alivio a ella. La catadura de nuestro gobierno, sobre todo de su presidente, ya sabemos la que es. La Justicia, aunque seguramente la mayoría de sus miembros quisieran corregir muchos yerros, carecen muchas veces hasta de bolígrafo con el que escribir sus resoluciones por lo que es inútil recurrir a ella. Otras instancias se hacen demasiado costosas y lejanas.
Pero como la esperanza no debe perderse nunca, aprovechando que estamos en Navidad, se me ha ocurrido acudir al santoral. Aunque no soy docto, ni mucho menos, en la materia, yo sé que la Iglesia, con buen criterio, reparte el trabajo y encomienda a cada santo la protección de una necesidad humana, de un territorio o de otra materia que lo ha menester. Me he preguntado seguidamente cual es la componente principal de esta laxitud moral. He dudado entre dos: la maldad y la cobardía. Porque hay personas que hacen el mal porque esta es su perversa inclinación y otras que lo consienten, incluso colaboran a engrandarlo por miedo, temor, canguelo, carencia de bizarría, gallardía o arrojo.
Mi conclusión ha sido que el principal origen de esta miserable existencia es el pavor. Quiero pensar que a muchos no les gusta lo que hacen, pero tienen hijos, hipotecas, una posición… aunque sea ganada doblando la cerviz hasta sentir el crujido de la espalda…
Y buscando solución a tan triste panorama he encontrado el remedio en San Valeriano, obispo de Abbensa. Les aseguro  que mi perfecta ignorancia no me había permitido oír hablar de él antes. Sin embargo no duden que él es quién tiene que interceder para que los españoles superemos esta penuria moral que nos aqueja. San Valeriano era obispo de la ciudad dicha y un rey, Genserico, cuyo nombre ya asusta por sí solo, le ordenó convertirse al arrianismo y entregarle los vasos sagrados. Aunque Valeriano no disponía de fortuna en otro lugar y además contaba ya con ochenta  años, se negó a obedecer al tirano de Genserico y este le despojó de todos sus bienes y además prohibió que nadie lo socorriera. Valeriano fue capaz de vivir en la calle sin protección alguna hasta que fue martirizado. La Iglesia celebra su fiesta el 15 de diciembre, que no nos queda muy lejos y por eso se me ha ocurrido que podríamos recurrir a él a ver si nos infunde el coraje necesario para revelarnos contra el vilipendio con que nos trata nuestro gobierno.  
Es notorio que no todo el mundo tiene las mismas posibilidades de enfrentarse al 'estrenador' de colchones 'monclovitas'. Ya sabemos que, a quienes tienen en su mano la solución eficaz e inmediata, la naturaleza no les ha dotado de la bizarría necesaria para hacerlo. San Valeriano es seguro que nos va a echar una mano, pero no podemos fiarlo todo a la intervención celestial. Todos y cada uno de nosotros debemos hacer algo para superar este mal sueño que, seguramente muy pronto, será el mandato de Pedro Sánchez. Ninguna aportación es superflua. Un gramo puede desequilibrar una balanza. Por tanto, imploremos a San Valerio, pero actuemos con la gallardía que otros se niegan a mostrar.