Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


El sustanciero

16/11/2023

Pues quiera que, según la Encuesta de Competencias Financieras que publicó el martes el Banco de España, más de un tercio de los españoles no sabemos lo que es la inflación. Aunque es verdad que el estudio dice que aún somos más los que desconocemos qué es el interés compuesto o la diversificación de riesgos, cuesta creer que tantos no hayamos oído hablar de la inflación a estas alturas. Más que oír, notar el efecto de la subida de los precios, puesto que ha perjudicado seriamente nuestra capacidad de compra y es fácil advertir que, con el mismo dinero, podemos comprar menos que hace un par de años.
El mismo día, el INE confirmó el dato del IPC que adelantó hace dos semanas, una inflación general del 3,5% en octubre respecto al mismo mes de 2022. Los transportes, por la bajada de los carburantes, y los alimentos parece que son los que más han contribuido a mantener estable la tasa anual de inflación respecto al mes de septiembre. Si bien, como todos percibimos, eso no implica en absoluto que los precios de los alimentos estén bajando o que se hayan congelado, puesto que su variación mensual ha subido varias décimas.
 A pesar que, desde el 1 de enero, el IVA de los alimentos básicos - frutas, verduras, leche o pan- bajo del 4% al 0% y el de aceite y pastas del 10% al 5%, según la organización de consumidores FACUA, más de la mitad de los alimentos con el IVA rebajado son más caros ahora que en enero, por el sobrecoste que supone ponerlos en el mercado.
La rebaja del IVA de los alimentos, para paliar la inflación, ha supuesto una merma de 1.294 millones de euros en la recaudación de la hacienda pública. Pero, como el Gobierno debe comprometerse a la reducción del déficit público para cumplir con las reglas fiscales europeas que volverán a estar en vigor en 2024, remitió a la Comisión Europea en octubre el Plan Presupuestario, sin contabilizar las rebajas fiscales a la energía y los alimentos, con el fin de aumentar los ingresos tributarios en casi 5.000 millones y reducir el déficit.
Nuestra economía dedica casi el 50% del PIB al gasto público, que ha aumentado seis puntos en los últimos cinco años, tantos como ha subido la deuda pública, a pesar de que los españoles pagamos más impuestos. Si el año que viene hay que volver al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, prorrogar las rebajas del IVA, y otros muchos compromisos de investidura, tendrían que compensarse con una subida de ingresos con impuestos o reduciendo otras partidas de gasto.
Tantos factores, tantas variables y tantas incógnitas me desazonan, por lo que me distraigo con mi recopilación de antiguos oficios. Fíjate tú por dónde, reparo en el sustanciero que se dedicaba a la resignada y picara ocupación, hija del hambre de la posguerra, de ir por las calles alquilando un hueso de jamón para el caldo, a razón de una perra gorda por un rato de hervido.