Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Firmeza, temple…

10/11/2023

Hay líderes políticos que piensan en su país, nación, patria, estado… llámelo como quiera, y en los ciudadanos que viven bajo sus mismas fronteras y piensan en esos seres humanos antes que en sí mismos, o al menos a similar nivel. Hay engendros que adoptan la forma de líder cuyo pensamiento no transciende su propia camisa. Les importa un bledo la humanidad fuera de sí mismos.
En España hemos tenido la desgracia de que ha conseguido las riendas del poder un ser aberrante, un ser amoral que, con tal de mantenerse en el poder no tiene límite alguno, ni ético, ni político, ni de ningún género, y son capaces de maniobrar de la forma más vil que podamos imaginar para resucitar lo peor de nuestra Historia, hasta el punto de sembrar la división, el odio y la intolerancia que tanto nos costó mitigar, pese a ser una sociedad supuestamente más preparada y democrática que la que protagonizó dramáticos episodios que mejor es no mentar. El objetivo de la maniobra es claro: enfrentar a los españoles para que pierdan la razón y terminen en manos del odio y la irracionalidad. De esta forma siempre tendrá asegurada una buena porción de ciudadanos que lo seguirán de forma ciega.
Quizá esto no debería pasar, pero el ser humano es así, nuestra limitadísima capacidad nos impide buscar la verdad por nosotros mismos y nos dejamos llevar por el camino que otros nos muestran. El problema es cuando el piloto, como ya ha ocurrido hasta en la propia aviación, se empeña en estrellar la nave. Porque cuando ese piloto decide esa barbaridad, lo primero que hace es cortar las vías a quienes podrían impedirle perpetrar tal propósito. En el caso de España, el monstruo ya se ha ocupado de ocupar la fiscalía, la abogacía del estado, el Tribunal Constitucional y todo lo que ha estado en su mano que podría limitar su poder. Pese a estas evidencias hay muchas personas, la mayoría de buena fe, pero con poco raciocinio, que se aferran a ese líder como si del salvador del mundo se tratara. Otros muchos, ha ocurrido siempre, aprovechan la ocasión para hacer su agosto deificando a quién saben de sobra que es un verdadero endriago, el mismo barrabás.
Es obvio que, ante esta situación, la sociedad racional tiene que obrar con firmeza; no se puede dar la más mínima oportunidad al tirano para que se perpetúe, pero también con serenidad y templanza. Porque lo que el autócrata busca siempre es hacer caer en el mismo extremismo que él practica a quienes tienen temple, para así retroalimentarse y justificar su barbarie.
Por supuesto que manifestarse no solo no es negativo, sino que es la obligación de todos los que ven que la deriva nos lleva a aguas procelosas. Pero manifestarse no es quemar papeleras, romper escaparates ni por supuesto agredir a las fuerzas de seguridad. Eso lo han hecho muy bien los socios del tirano, hasta el punto de ser acusados y hasta condenados por terrorismo. Es el momento de demostrar que no todas las personas son iguales y que existen otras formas de conducirse que no pasan ni por apalear policías, ni por perseguir autoridades judiciales ni por quemar oficinas de diferentes empresas. Todo lo que sea abandonar el camino de la firmeza serena, es alimentar a este leviatán.