Qué mortificante resulta, para los que aún no hemos tenido vacaciones ni pausa de descanso laboral, que, apenas se vislumbre septiembre, irrumpan tu voraginosa rutina, asaltándote con el cambio de temporada, reuniones de programación, inauguraciones, aperturas, informes de tendencias, nuevas estrategias, objetivos transformadores, propuestas renovadoras, actualización de prospectivas o predicciones de futuro que no permiten esperar al cierre de diciembre.
Puede que este año haya sido un acicate, para esta cada vez más prematura costumbre, el hecho de que las temperaturas hayan descendido casi quince grados, pasando en poco más de una semana de un ambiente tórrido a otro de renacimiento del campo y de la sierra con las primeras lluvias, abriéndose decididamente el paso el otoño meteorológico, heraldo del astronómico y del declinar del año. Aunque a mí, sigue pareciéndome algo desproporcionado que por el simple hecho de saltar una fecha en el calendario- que no deja de ser una convención humana más- nos vuelvan locos a los que aún seguimos con las alpargatas y los vestidos ligeros, aplicados y empeñados en conseguir cumplir los propósitos de año nuevo.
Hay avances de resultados de encuestas, como las de las consultoras Gallup o Lantern sobre hábitos de consumo y preferencias alimentarias que revelan como las opciones dietéticas sin carne no están ganando la popularidad esperada ni sumando muchos adeptos este año. Así, si un 6% de estadounidenses eran vegetarianos en 2019, en 2023 solo lo son el 4% y si en España en 2017 los vegetarianos eran el 1,3% de la población, en 2022 lo son el 1,4%.
Además, parece que tan solo el 24% de los encuestados considera que la reducción de emisiones por comer menos carne vaya a influir en el cambio climático, mientras que el resto cree que sería más decisivo reciclar, conducir vehículos eléctricos, instalar paneles solares para el suministro de energía doméstica o viajar menos en avión. Esto tiene su trascendencia en el campo de la investigación de nuevos alimentos con proteínas alternativas, obtenidas por ejemplo de insectos o biomasa fúngica sobre residuos orgánicos  o con procesos de fraccionamiento y fermentación de productos no comestibles, al que se han destinado grandes inversiones.
Ahora se anuncia como 'megatendencia' en tecnología alimentaria (Foodtech), la inversión y la investigación encaminadas a disminuir los residuos de envases y embalajes de alimentos, apostando por los recubrimientos comestibles y los retornables, así como a evitar el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de suministro.
Parece que hay hasta indicios sólidos de que la Navidad se acerca porque en Vigo han comenzado a colocar los adornos navideños. Entre ellos, nada más y nada menos que once millones de luces LED. Supongo que la emoción y la ilusión con que se ponen no será la misma con la que se pasen tres meses recogiéndolos en sus cajas. Quizás merecería la pena dejarlos puestos. Lo digo porque yo, que solo pongo una pequeña pirámide de Navidad alemana en el despacho, hay años que, por la pereza de guardarlo, me acompaña hasta el mes de mayo.