Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Paz y amor

26/05/2021

En la progresiva degeneración de nuestro lenguaje, el significado de los mensajes y la malinterpretación de las intenciones, nos encontramos con un famélico ejemplo de buenísimo, a lo Zapatero, que se está haciendo contagioso a diestra y siniestra de nuestro arco político.
Como si entre teletubbies anduviera el juego. Para el que no lo recuerde, estos personajes televisivos repartían paz y amor y abracitos a todo el que se les acercara por la pantalla pública española. Lo de denominar pinki-winki a uno u otro en el Parlamento español, lo dejo a elección del lector.
Eso es lo que va contando y repartiendo Pedro Sánchez ‘el conciliador’.  Nos atacan los mercados: pues cantamos Love is in the air, de John Paul Young. Nos atacan las fronteras: ponemos como música de fondo No dudaría, la canción de Antonio Flores que versa sobre el arrepentimiento y la no violencia.
Ya no es que pensemos que estamos quedando como ‘Cagancho en Almagro’, es que, en los corros internacionales nos toman por lelos o tontos del tó.
Y los lobbies internacionales riéndoles las gracias a todos aquellos que insultan a nuestro país, tales como Putin, Maduro, Mohamed VI o Alberto de Mónaco. Cualquiera se puede permitir el lujo de atacarnos, y no pagan por ello. Claro, que con la próxima amnistía a los presos catalanes, o el acercamiento de los etarras con delitos de sangre, qué podemos esperar.
No nos vayamos tan lejos. De lo general a lo local. Qué consecuencias ha tenido que Page insultara a los docentes al inicio de la pandemia, o a nuestros mayores en las residencias, o a los sanitarios prohibiéndoles mostrar las condiciones en las que tenían que trabajar sin EPIs. Consecuencias negativas ninguna, ahora tiene una campaña de limpieza de imagen y sale en todos los noticiarios como un salvapatrias.
Y, ¿enfrente? Paz y amor. Confunden moderación interna con mordernos la lengua, hasta casi el envenenamiento. Por eso crecen los radicales de izquierda y de derecha, porque la gente está pidiendo que, por una vez, haya alguien que tenga arrestos y les corte las alas. Que de una vez por todas alguien pare los pies a los que sacan los pies del tiesto y les pongan en su sitio: en la cárcel o en su casa.