Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Depreciado

30/08/2021

Otro mes de agosto ya a término, que después será septiembre y más tarde octubre y así de nuevo llegar a un nuevo año, que en verdad debiera ser sin ninguna novedad, dado que lo que realmente se quiere y desea, es que todo siga igual; Eso sí, esto lo piensan solo a los que les va bien, con trabajo y buen dinerito cada mes, y de una manera continuada (que no continua, como lo de la España vaciada que no vacía que a buen seguro más de un lector, me estará corrigiendo a la mayor, por no saber lo que en verdad significan las palabras, pero ello de la crítica va en el sueldo y, por el sueldo que tengo, pues hago lo que puedo) y sin término.
Pero hay que tener en cuenta que, al resto de la población, que va a trancas y barrancas, que es la inmensa mayoría, no tiene fijo en el futuro ni el pan de cada día y cada vez es más viejo en el mundo laboral, siendo una triste y terrible realidad la de no dar ninguna oportunidad en nada, si su dígito de edad comienza en 5 y ya también bastantes cuando su dígito es un 4, porque en verdad estamos depreciados, que bien podría decirse despreciados. Esto, también de estar depreciado es para todo ese conjunto de la población aún más joven y sin experiencia de trabajos suficiente.
Pero no solo se trata del futuro económico, que en verdad es por lo que gira el maldito mundo, esto de estar depreciado es que, en la vida de hoy, se está como en cápsulas de múltiples etiquetas por un lado los jóvenes, los trabajadores por otro, los que están en paro por otro, los que tienen esa edad de entre los 40 y los 55 que aún se creen jóvenes y no lo son, los matrimonios cristianos las mujeres, los hombres, etc.
Es decir, que en estos tiempos que se vive ahora, y supongo que siempre la sociedad desde la Ilustración más o menos es así, cada cual va a su ‘bola’. Eso sí en una apariencia de valores, de ayuda al prójimo, de solidaridad, de pensamiento positivo, de ‘buenismo’, de no violencia y de demás etiquetas. Bien pues, somos cada vez más por múltiples y distintas circunstancias a los que nos deprecian, esos ‘buenos’ pues, nos llaman bordes, gruñones, negativos, por tanto, fuera de ‘este mundo’ y en realidad estamos depreciados, pero más bien despreciados.