Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Euroescépticos

24/06/2021

A pesar del escollo inicial que supuso la demanda de un grupo de euroescépticos ante el Tribunal Constitucional, finalmente se ratificó en Alemania el fondo de recuperación y resiliencia europeo y pudo ser aprobado un fondo presupuestario de 750 mil millones de euros para abordar la recuperación de la UE de 2021 a 2027. Este presupuesto, que se aplicará mediante préstamos y ayudas financieras no rembolsables, es la clave para el programa de reestructuración más ambicioso de la historia de la UE tanto por su alcance y objetivos como por la incorporación de deuda conjunta, algo que Alemania rechazo durante años y sobre lo que se oponen los euroescépticos alemanes que abogan por un presupuesto equilibrado y consideran que el volumen de la deuda a la que se ven obligados es desorbitado.
Desde este mes de junio, la Comisión Europea ha comenzado a emitir deuda con la intención de conseguir unos 150.000 millones de euros anuales. Para ello, se ha dirigido a una serie de entidades financieras, algunas españolas BBVA y Santander, con las que promover la subasta de bonos y ampliar la red de potenciales inversores a los que ha presentado sus credenciales crediticias por agencias de calificación (triple A con Fitch, Aaa con Moody’s y AA con Standard & Poor’s).
Todos los países han puesto muchas esperanzas en este fondo, aunque también hay inquietud respecto a la creación de un instrumento de reequilibrio fiscal permanente en la UE que, junto con el acuerdo del G-7 sobre una tasa global mínima del impuesto de sociedades, alerta tanto a los socios que aplican menor fiscalidad en su territorio como a los poco convencidos de que la deuda sea solidaria.
El European Council on Foreign Relations ecfr.es ha publicado este mes de junio un interesante informe político en el que analiza los motivos por los que ha aumentado el número de euroescépticos en Alemania, con solo el 36% de los alemanes que confía en el funcionamiento del sistema político europeo. Frente a la tradicional retórica de responsabilidad y desinterés en pro de la integración de sus elites en el debate europeo, los alemanes se enfrentan a retos económicos para los que no ven preparada a la UE.
La fragmentación de la globalización y el fallo de la multilateralidad del sistema mundial pone en riesgo a la economía alemana que ha crecido en un orden económico globalizado que funciona con reglas. Sus principales socios, EEUU y China, mantienen una competición que no beneficia a sus empresas que no pueden separar sus negocios para que operar en un mercado no le suponga sanciones o restricciones por trabajar en el otro. Tampoco les sería fácil prosperar si la seguridad de las rutas comerciales que emplean no estuviera garantizada por EEUU que exige aliviar su carga militar. Su economía exportadora le hace un país vulnerable, sino se avanza en la soberanía europea para evitar la coerción económica en el mercado mundial.
Necesita un mercado europeo desarrollado, consideraciones geopolíticas para el control de la inversión extranjera y los subsidios externos que distorsionan el mercado interno, una eurozona fuerte y reforzar el euro internacionalmente, pero también ver que el fondo se emplea en alcanzar los objetivos de la UE.