Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Diario de un gordo recién diagnosticado

22/01/2024

Lo de adelgazar es horrible. Si le unimos los propósitos del nuevo año, hechos añicos desde hace dos semanas, el blue monday, la cuesta de enero, el volver a trabajar y encontrarse con los mismos desbarajustes de año viejo con un poco más de polvo, etc., la cosa torna a tomar tintes dramáticos.

Todos te dicen lo mismo: que simplemente hay que cambiar de hábitos; concienciarse de que se puede comer sano, sabroso y saciarse … pero yo no hago más que ver artículos de médicos talibanes pontificando contra las seis cosas que no probaron en su vida: jamón curado, patatas fritas, palomitas, cerveza, kebab, filetes de solomillo… y más allá de que ciertamente a la médico del artículo me saldría muy barato invitarla al cine, siempre y cuando aceptara el agasajo de un tipo lustroso como yo, no encuentro salida. No veo más que tristeza y dolor. Pero también es verdad que nadie dijo que esto fuera Bambi.

Así que, tras lamer mis heridas, como soy un tipo aplicado y constante, cada lunes empiezo una nueva vida, aunque la deje el miércoles, y me pongo a ello. Mientras consumo una triste manzanilla y una manzana ácida, más bien me consume ella a mí, leo lo del ozempic que se ha puesto tan de moda; reconozco que mi básico y azucarado cerebro, como buen yonqui de los excesos que es, nunca ceja en la búsqueda de una solución milagrosa que compatibilice chuletón y rosquillas de Alcalá con la tableta de Thor.

Me llama la atención que esté agotado en las farmacias cuando se supone que es un medicamento para la diabetes tipo 2 y la obesidad clínica, cuando por la calle solo que me cruzo con dicharacheros y asesinables corredores que saludan mientras pasan a mi lado salpicándome al pisar un charco: así que, una de dos, o estamos todos los gordos y diabéticos encerrados en casa, o aquí hay mucho endocrino privado que lo está despachando con mucha alegría y desparpajo.

Se ha detectado que hay quien, tras obtener la receta, revende las dosis, cada chute semanal vale 130 euros; también es cierto que solo con el susto del precio y la comida que te dejas de comprar con 130 euros uno ya adelgaza. Yo solo proceso que, por tal dineral, podría comprar un jamón de esos de 50% de cebo ibérico con el que salivamos los pobres con ínfulas de bellota.

El caso es que empieza a haber mercado negro de ozempic, miedo por los efectos secundarios... siempre se ha dicho que lo que no mata engorda, y si esto adelgaza… Hay incluso detectives que en Hollywood distinguen las caras ozempic entre famosos.

Y yo, con mi lóbrega torta de maíz, almorzando con una amiga (que se zampa el venao, bebe cerveza y habla ufanamente de su genética de comilona que no le luce), sin más aspiración reconocida, como gordo de reconocido prestigio que soy, que robarla el bocadillo, a poder ser, sin recurrir a la violencia.