Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


La soberbia

02/06/2023

La soberbia es mala compañera, consejera e, incluso, enemiga. Esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida, aunque los que conocen algo de política y tienen cierta experiencia saben que lo aprendes en el primer curso. Como hay demasiados aficionados al arte que inventó Aristóteles que son auténticos jabalíes de pelo duro o mulas tordas sin capacidad de aprendizaje, les cuesta asimilarlo. Cuando llegan las victorias, las toman como suyas, y en el momento de la derrota huyen sin reconocer que su falta de pericia les ha impedido ganar al contrario con la contundencia suficiente que les permita gobernar. El panorama local es tan diverso y el resultado del 28M ha dejado tantas aristas que es una premisa que se puede aplicar por cada uno de los rincones de este invento de región que llamaron Castilla-La Mancha. 
A estas alturas de la película estarás ya cansado de leer análisis de los resultados que dejaron las urnas el domingo. Lo previsible no siempre es lo que sucede y lo que acontece en las elecciones es, en ocasiones, tan sorprendente como inesperado. Ahora es el turno de los politólogos y los sesudos analistas que todo lo aclaran después de desplegar el resultado en una pizarra. Son casi tan avezados como muchos economistas, que no ven llegar las crisis y que, cuando el personal está en la ruina y asomándose a la miseria total, dan lecciones de lo que ha sido y no fueron capaces de predecir.  La suerte de los expertos en lo que ya ha pasado es que tienen una oportunidad muy próxima para vislumbrar lo que va a llegar. Lo del 23J es mucho más fácil de prever y se la juegan a un único resultado, sin tener que barruntar entre lo local, lo provincial y lo regional. Apuesten y arriesguen. Los que hemos hecho pronósticos en privado y no en público, mejor callamos, por elegancia con el lector y el oyente. Si son predicciones que se han dejado por escrito, apuesta mediante, tocará disfrutar de lo acordado o pagar si es que corresponde. 
La soberbia no es cosa sólo de los políticos y quien no haya repartido ración de ese pecado fundamental puede parar de leer. Es la madre de todos los vicios, para reyes y plebeyos, para mandamases y soldados rasos. ¿Por qué fijarnos tanto en ellos? Estamos, nuevamente, en vísperas de unas elecciones y el blanco ha de ponerse en los que nos van a volver a pedir el voto, que no tienen descanso y que lo harán con los mismos errores que los han llevado a fracasar el pasado domingo. Se da la circunstancia de que Sánchez planteó las municipales y autonómicas como un plebiscito a su gestión. Se puso en primera línea, en un ejercicio que combinaba a partes iguales la valentía y la arrogancia propias de la soberbia. Los malos resultados del PSOE le han abocado a un adelanto que atisba un castigo mayor incluso del que arroja el resultado global de las municipales. La prueba la tendrán en Castilla-La Mancha, único feudo que han conseguido retener con mayoría absoluta. Al presidente del Gobierno le ha costado felicitar a Emiliano García-Page y cuando lo ha hecho no ha reconocido abiertamente que la victoria de su partido ha sido posible gracias a un liderazgo indiscutible que ha conseguido amortiguar el impacto negativo que la gestión de Moncloa ha tenido en toda España. Esos 448.000 votos que sacó el PSOE el domingo son en buena parte de Page y van a estar muy por encima del resultado de los socialistas el 23 de julio, repitiéndose el escenario que tantas veces se vio en esta región en los tiempos de Bono.