Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Tomillo, cantueso y mejorana

07/06/2023

«Toledo se hace custodia, viril la Puerta del Cambrón, que el Señor de los Señores va a salir en procesión». Estos versos, modulados por la inconfundible voz de Antonio Hernández-Sonseca en sus inolvidables moniciones durante el paso del Corpus por las calles de la ciudad, sintetizan, en su belleza, el acontecimiento que, un año más, nos disponemos a disfrutar, a sentir, a vivir, a rezar, toledanos y forasteros, seamos creyentes o no, pues la experiencia del Día Grande de Toledo no deja indiferente a nadie. Una vivencia secular, una tradición enriquecida y entretejida por generaciones de hombres y mujeres que han aportado lo mejor de sí, una manifestación de fe, de arte; lo mejor de un pueblo que no siempre ha sido –hemos sido- conscientes del tesoro que, por haber nacido en esta vieja Urbe Regia, estamos llamados a conservar y acrecentar.
El Corpus de Toledo es el jueves que relumbra más que el sol. Pero es también el cúmulo de vivencias previas, desde el comienzo de la instalación de los toldos, que, fieles a la tradición, son empapados por la lluvia, este año tan deseada. Es la colocación, en balcones y ventanas, de tapices, reposteros. Es el engalanamiento progresivo de las calles, que empiezan a enjoyarse con faroles, flores, adornos de todo tipo. Y es la tarde de víspera, con sus múltiples celebraciones, civiles y religiosas, que desde San Juan de los Reyes, la Universidad, el Ayuntamiento, hasta los reencuentros en casa, bares o restaurantes, crean ese clima inconfundible de fiesta. Es la noche, con el recorrido por las calles repletas de gente, disfrutando del esplendor de la más hermosa noche en nuestra ciudad.
Es la madrugada. Sevilla tiene su 'Madrugá', pero la de Toledo es indescriptible. Es, para mí, uno de los momentos más intensos y bellos. Levantarme temprano y, en el frescor del amanecer, recorrer las calles, casi vacías, tras ser cubiertas con el perfumado tapiz que nos embriaga del olor penetrante, intenso, de las plantas aromáticas, del tomillo, del cantueso, de la mejorana. Ese aroma de Corpus que impregna el aire, a la espera de las vaharadas de incienso que, pocas horas más tarde, envolverán esa filigrana que, como una oración de fuego que sube al cielo, acoge, protege, custodia, muestra y manifiesta al Pan de los Ángeles, a Cristo Eucaristía. Es la mañana en la que se palpa el viejo dicho huele a Corpus'; es el momento en el que, sumergidos en esa intensidad aromática, contemplamos la soberbia belleza de los tapices, que, recién colgados, revisten los muros de la Catedral Primada, evocando la historia de la archidiócesis, desde el legendario Eugenio I hasta el mártir San Eulogio, un auténtico regalo para los ojos. Madrugada de Corpus, que se despereza expectante ante el paso de la Tarasca, con Ana Bolena a su espalda, y los gigantes y cabezudos anunciando la Fiesta Toledana.
¡Feliz día del Corpus!

«Sevilla tiene su 'Madrugá', pero la de Toledo es indescriptible. Es, para mí, uno de los momentos más intensos y bellos»