Carolina Sánchez

Macguffin

Carolina Sánchez


La sociedad de la nieve

30/01/2024

El miércoles pude ver por fin en el cine la película de la que todo el mundo habla, y con razón. Me había negado a verla Netflix. Todavía hay películas que son películas, no contenidos. Son historias para ver por primera vez en pantalla grande, no en el sofá de casa, con ruido de lavadoras, niños y vecinos de fondo.
Hace siglos vi también en el cine 'Viven', la otra película que habla de la tragedia -o el milagro, según se mire- de los Andes. Pero 'La sociedad de la nieve' es otra cosa. No es una historia ni de héroes ni de supervivientes, nos habla de un grupo, de todos, de los muertos y de los que salieron. Es la historia de un puñado de jóvenes que convirtieron el acto de sobrevivir a partir de la ingesta de la carne de sus compañeros fallecidos, en una suerte de comunión. «No hay mayor amor que el de dar la vida por los amigos», se dice en algún momento. Y así fue. No hay horror, no hay caos, no hay ningún 'sálvese quien pueda' en las crudas imágenes que nos regala Bayona en 'La sociedad de la nieve'. Es una historia de equipo. Apenas identificamos a los que llegaron a salir hace 50 años de los Andes, o no más que a los que allí se quedaron.
Una reflexión, la del grupo, la del trabajo en equipo, que me lleva casi sin querer a algo que leí la semana pasada en estas páginas: Fernando Franco deja  la dirección de La Tribuna de Toledo, tras más de 20 años al frente de este diario, muchos de ellos compartiendo redacción con la arriba firmante. Me cuenta que se marcha para iniciar un nuevo proyecto del Grupo Promecal, dueño de La Tribuna, aquí en Toledo. Seguro que pronto tendremos buenas noticias sobre ello.
Si alguien me pidiera definir a Fernando Franco diría que es un gran periodista y, a pesar de ello (o quizá por ello), un buen tipo, de los que siempre responde. Se te echará de menos, aunque me alegro por tí. 20 años de cierres de edición a las espaldas, son muchos cierres. En números redondos, unos 8.000 exámenes finales, uno tras otro, porque eso es lo más parecido a publicar a diario un periódico. Un trabajo hermoso pero que puede llegar a agotar. Doy fe de ello, yo no aguanté tanto.
En 20 años te da tiempo a equivocarte muchas veces  (y muchas más a acertar), a pasar muchas horas (seguramente demasiadas) entre las cuatro paredes de una redacción, a soportar presiones (siempre demasiadas) de todo tipo, a discutir hasta el infinito y más allá el verbo de un titular… En definitiva, a vivir centenares de momentos donde solo el trabajo en equipo te salva de no llegar a tiempo. 
En estos más de 20 años ya somos muchos los que hemos dejado esa particular 'sociedad de la nieve' que es siempre un periódico. Decía Neruda, «nosotros -los de entonces- ya no somos los mismos». Y, también, aquello de que puede que estos sean «los últimos versos que yo le escribo». En todo caso, se verá.