Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


De Soria a Siria

11/05/2023

Soria y Siria, dos vocablos cercanos en su forma gráfica y muy distantes en su significado geográfico. Le sirven al lenguaje político para simbolizar el interés de los gobernantes y políticos por los asuntos cercanos sorianos, sobre los que suele tener más oportunidades para cambiar o mejorar las cosas, y por las materias sirias allende nuestras fronteras, que normalmente se resisten porque necesitan más concierto que la intención de unos pocos, por más ánimo que derrochen.
Así, escuchamos a algunos decir 'Menos Siria y más Soria' para advertir a nuestros políticos sobre la conveniencia de dedicarle mayor atención a la política nacional, regional, local o sectorial que a los asuntos exteriores -sin que con ello el admonitorio les inste a desentenderse de ellos- por muy atractivas e irresistibles que, a menudo, se puedan presentar las relaciones internacionales y las enriquecedoras aventuras que conlleva salir a arreglar el mundo.
También, hay otra expresión que juega con los dos topónimos: 'De Soria a Siria' que se emplea con otra acepción que a mí me resulta reveladora de la naturaleza humana. Viene a sentenciar que los políticos, y en particular los que gobiernan, pasados unos años, quizás por la amargura que destilan las contrariedades y la constatación irrefutable de que buscar palabras para formular promesas necesita muchas menos horas de horno que construir hechos para hacerlas realidad, suelen derivar su ocupación hacia la inconcreción propia de la teorización en relaciones internacionales. Será porque estas se mueven mejor en el campo de la previsión, puesto que siempre hay alguna variable sin determinar, aunque se intuya, que en el de la predicción, pues la incertidumbre no garantiza predecir lo que sucederá.
Aunque sin ideas y teorías que guíen a la práctica, es verdad que sería muy difícil avanzar, por lo que también son útiles hasta los memorandos y grandilocuentes acuerdos de los encuentros internacionales. A pesar de que, sin formalidad determinada, solo dejan constancia de la voluntad de las partes por conseguir algo en un futuro. De gran valor ético, pero sin efecto jurídico vinculante que ayude a hacer frente a los problemas de la convivencia internacional.
Interesarse por la ecúmene global implica saber enfocar la sociabilidad humana forjada durante siglos, recordando a la profesora García Picazo, como Sociedad y Comunidad, pero también como Sistema. El estoicismo consideraba al ciudadano cosmopolita y explicaba su relación con el mundo mediante círculos concéntricos desde lo más próximo a lo más lejano a su persona.  De aquí, un modelo basado en Estados que concibe la realidad como Sociedad dotada de Derecho Internacional Público. Por encima de esta estructura de Estados habría una relación basada en creencias y valores, Comunidad, que avalaría por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Pero, a su vez, la noción de Sistema las entretejería mediante la economía, la tecnología, las comunicaciones, lo identitario o la opinión pública. Propios de nuestra sociedad en red, donde el poder no deriva de la jerarquía ni de los valores comunes.
«Nadie ofrece tanto como quien no va a cumplir». Francisco de Quevedo.