Fernando Díez Moreno

Política y Humanismo

Fernando Díez Moreno


Humanismo cristiano y terrorismo

05/02/2024

Además del laicismo y del relativismo, de los que escribí en artículos anteriores, hay una tercera lacra en nuestro tiempo: el terrorismo.
Seguro que tienes una idea propia de lo que es y significa el terrorismo, entre otras cosas porque en España lo padecimos desde 1968, y porque desde el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, en septiembre de 2001, se ha convertido en un problema a escala mundial.
En esencia, los terroristas quieren alcanzar unos fines políticos que, saben, no podrán alcanzar nunca por vías democráticas, pues no tendrán las mayorías suficientes, por lo que usan la violencia extrema, es decir, el terror. No hay terrorismo bueno y malo. Está su definición en el Código Penal. Siempre el terrorismo afecta a los derechos humanos. ¡Que se lo pregunten a las victimas! Por principio, el terrorismo no puede ser objeto de amnistía.
Para el humanismo, el terrorismo es lo opuesto a la ley y a la razón, y es la antítesis de la democracia, porque si los terroristas llegasen alguna vez a alcanzar sus fines, seguirían utilizando el terror para conservarlo, y nunca concederían libertades públicas a los ciudadanos.
El terrorismo nunca puede estar justificado en una sociedad democrática (ni tampoco en una no democrática). Supone un ataque cobarde a la libertad y, en muchos casos, a la vida de seres inocentes e indefensos. En un discurso ante el Cuerpo Diplomático, el 15 de enero de 1983, el Papa San Juan Pablo II (víctima del terrorismo) dijo que el terrorismo es siempre una manifestación del odio, que la violencia engendra violencia, que al asesinato no se le puede llamar con otro nombre que asesinato, que no es un medio para construir nada, y que ofende a Dios quien lo practica.
El problema del terrorismo no es solo su propia existencia, sino el apoyo social que encuentra para mantenerse. Pero es también problema el de su final. En este punto solo hay dos salidas: la derrota o la negociación. Sin embargo, toda negociación implica, por principio, alguna cesión, por pequeña que sea, por lo que el resultado de la negociación sería que los terroristas han alcanzado por medio de la violencia esa cesión. Como esto resulta intolerable e inasumible en términos democráticos, la conclusión es que el final del terrorismo solo puede producirse con su derrota, como ocurrió en España… hasta ahora.
La derrota del terrorismo implica que se la lleve a cabo utilizando los medios policiales y el sometimiento a la justicia, dentro de las normas del Estado de derecho, lo que supone excluir cualquier tipo de la llamada "guerra sucia".
Por otra parte, la negociación plantea la cuestión del precio a pagar, es el llamado "precio político", expresión que se utiliza con frecuencia para designar lo que se estaría dispuesto a dar a cambio del abandono de las armas.  
¿Qué es el precio político? Se pagaría precio político: 
- si se consiente que el País Vasco y Navarra constituyan una misma entidad política;
- si se acepta que se convoque un referéndum para la autodeterminación del País Vasco o Cataluña; 
- si se libera a los presos de ETA al margen de la normativa penitenciaria vigente y la interpretación que de la misma han hecho los tribunales; 
- si se permite que los miembros de ETA en el extranjero, o los huídos de la Justicia en Cataluña, vuelvan a España sin someterse a los procesos penales que tengan pendientes; 
- si se promueve la legalización de los Partidos declarados ilegales conforme a la normativa vigente, e incluidos en las listas europeas de entidades terroristas; 
- si se concede subvenciones a los terroristas excarcelados durante cierto tiempo para favorecer su "reinserción social"; 
- si se admite que el Estado de Derecho ha entrado en "tregua", y el propio Gobierno, el Ministerio Fiscal, el Poder Judicial, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y la Administración Penitenciaria dejan de cumplir escrupulosamente las Leyes en vigor;
- si se niega a las víctimas del terrorismo el papel que deben representar en el proceso y no se les reconoce el sufrimiento y el sacrificio por los que han pasado y que su dignidad y la justicia demandan; 
- si se olvida a los miles de ciudadanos vascos y empresas catalanas que abandonaron o trasladaron su sede social, víctimas de la inseguridad jurídica o de las amenazas y extorsiones; 
- si se amnistía a los acusados de terrorismo, aunque se del llamado blando.
   Como fácilmente comprenderás, amable lector, ninguno de esos puntos puede ser objeto de negociación ni de concesión, pues implicaría, como antes dije, que los han conseguido con la violencia, lo que es inaceptable desde la perspectiva del humanismo. 
Pero "Spain is different", y tenemos a los herederos de ETA, a pesar de haber sido derrotada, admitidos en la vida pública y como "hombres de paz", y a los autores de gravísimos desórdenes públicos en Cataluña a punto de ser amnistiados, por obra y gracia del Gobierno actual.