Javier del Castillo

Javier del Castillo


Atrapados en el fango

07/05/2024

Hasta hace algunas semanas era la fachosfera y ahora es la máquina del fango que alimenta y expande, sin ventilador, los pseudomedios y los jueces de derechas. Pedro Sánchez, con la credibilidad ya bajo mínimos, insiste una y otra vez en que estamos enfangados. Ve peligrar su futuro y empieza a perder la paciencia. No podemos seguir así, se lamenta el presidente después de su larga reflexión en vísperas del 1 de Mayo.
Es intolerable, en su opinión, que algunos medios de comunicación privados – los públicos y de izquierdas se ha encargado ya él de controlarlos – sigan publicando bulos contra él y contra su familia. Sánchez, después de más de cinco años en el Gobierno, ha caído en la cuenta de que no todo vale. Ahora resulta que le preocupa seriamente la regeneración democrática. La operación limpieza que impida sacar a la luz aquellos comportamientos – delictivos o no – que le afectan más directamente. Las firmas y las cartas de su esposa han salido a la luz, pero no así sus explicaciones o querellas contra los autores de esas informaciones. 
Hay otra cosa que llama mucho la atención. No sé si se habrán dado cuenta, pero los supuestos bulos son solo del adversario. Como en tiempos felizmente superados, las campañas de prensa contra Sánchez están financiadas por la oposición, los poderes fácticos y los grandes empresarios. Amenazan al régimen, surgido de los pactos con los herederos de ETA y los independentistas catalanes. Son, por tanto, un peligro para él y para sus socios que le agradecen los servicios prestados. 
Ante una situación cada vez más insostenible, y a la espera de lo que pase después de las elecciones catalanas, es lógico que Sánchez y sus asesores intenten poner coto a la dichosa manía que tienen los medios de comunicación de criticar y fiscalizar al poder. De investigar y sacar a la luz informaciones que dañan su ya cuestionada imagen. El director de uno de los medios que ha denunciado el tráfico de influencias de la mujer del presidente me decía ayer que están siendo vigilados muy de cerca, esperando el menor fallo para perseguirlos por tierra, mar y aire. Cuidado con publicar una noticia poco contrastada. Cuidado con dar un paso en falso. 
Por si había alguna duda, los bulos sólo son admisibles y justificables cuando los difunde el propio presidente o alguno de los medios que lo aplauden. O, excepcionalmente, el ministro de Transporte que rompe fronteras llamando drogadicto y dependiente al presidente de Argentina, con consecuencias diplomáticas. 
¿Quién ha generado el fango en el que supuestamente estamos atrapados, chapoteando y haciendo peligrar la democracia? Pues, la ultraderecha, en la que caben todos los que no están con Sánchez, excepción hecha de la otra derecha nacionalista, catalana y vasca. Feijóo – otro bulo cocinado en Moncloa – se niega a reconocer, aunque no lo exprese de forma clara y contundente, la legitimidad de este Gobierno. 
Por mucho que lo intento, no consigo encontrar las diferencias entre los bulos que hace correr el Gobierno y sus compañeros de viaje y los bulos que se fabrican en el bando contrario. Ya sólo nos faltaba dividir también los bulos entre buenos y malos.
Pero, me preocupa, sobre todo, el miedo creciente a ejercer la libertad de expresión en una democracia que creíamos consolidada.