Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Una herramienta en el cajón

22/04/2024

Si la muestra va como hasta ahora y no hay ningún contratiempo climatológico, el olivar español abrirá poco a poco la flor como anunciando la recuperación de su potencial productivo -retraído durante dos campañas cortas consecutivas- después de un otoño-invierno más lluvioso y una primavera ciertamente generosa.
Dando por descontado su ciclo vecero y aunque nadie de la parte productora, incluso de la industrial, nadie quiere hacer cábalas de momento sobre si en poco más de medio año pudiéramos estar ante una cosecha superior a la media (1,4 millones de toneladas), el mensaje es no entrar en pánico ya que el aceite disponible es el que es -quedan menos de 600.000 toneladas de existencias- y las ventas siguen a un ritmo de 90.000 toneladas mensuales.
Con ese cálculo, las almazaras cooperativas de España creen que al cierre de septiembre, sumando lo que se importe de fuera, podrían quedar en los depósitos del país unas 200.000 toneladas de esta grasa, lo que técnicamente se considera un enlace cero.
Por ello parece realista pensar que si se mueven los precios a la baja, estos irán desescalando aunque "muy progresivamente" -asegura el analista Juan Vilar-, y "no de forma brusca", ya que otros movimientos repentinos podrían provocar incluso el desabastecimiento y una situación inédita.
En cualquier caso, la cuestión es mirar un poco más allá. Primero, porque este leñoso ha seguido creciendo en los últimos ejercicios de una manera silenciosa y a un ritmo de 75.000 nuevas hectáreas anuales en nuestro país, una implantación que podría haberse acelerado, de hecho apenas se encuentra planta en muchos viveros, quizás por la demanda repentina de agricultores embarcados en la reconversión de sus herbáceos o de otros cultivos como la viña buscando su particular plan de pensiones o rentabilidades más seguras.
La prueba es que en una región como la nuestra que tiene al viñedo por bandera, este ya ha perdido su hegemonía en favor del olivar gracias a producciones intensivas o superintensivas que se acercan al medio millón de hectáreas, y subiendo.
En otras campañas ya se vio el peso productivo de esas aceitunas y sus rendimientos. Y lo que está por ver es cómo podrían condicionar la composición de las cotizaciones por la vía de costes de producción que se alejan considerablemente de los que acarrea varear una superficie en pendiente o de olivares centenarios de baja cosecha.
Hace cuatro años el Ministerio de Agricultura (MAPA) presentó la "Hoja de Ruta del olivar" con 10 medidas para diferenciar estas producciones de cornicabras o arbequinas tan vinculadas al territorio frente a los nuevos modelos. También para clarificar la trazabilidad y perseguir el fraude en las mezclas mediante una norma en vigor, pero igualmente para favorecer la autorregulación del sector en años problemáticos. Un plan que también incluye ahora una ayuda de la PAC, pero desarrollado parcialmente en tiempos del Brexit, del conflicto aeronáutico con Estados Unidos y del estancamiento del consumo en España y de otros abusos en la cadena alimentaria. 
Eran tiempos en los que el precio apenas cubría los gastos del olivarero hasta que llegó la inflación y la especulación y dejó la herramienta en el cajón.