Un medicamento llamado matemáticas

Begoña Fernández (EFE)
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Esta ciencia está detrás de la predicción de patologías como la COVID-19, ahora en remisión, pero también de otras como la gripe, la tuberculosis en África o la enfermedad de Chagas en Brasil

Un medicamento llamado matemáticas - Foto: Photo by Shopify Partners from Burst

Las matemáticas «están en todos lados». Y esto sucede, te gusten o no. De hecho, tienen tantas aplicaciones que se utilizan incluso para «predecir y gestionar» enfermedades. Así lo explica la biofísica de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) Clara Prats, una de las científicas que más ha seguido la evolución de la pandemia en todo el mundo con sus modelos matemáticos. Unos modelos, que, según advierte, «están dejando de funcionar porque la COVID-19 ha desplazado los picos de contagio de otras enfermedades y estamos inmunizados de manera diferente».

La biofísica, que trabaja en el grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos  de la UPC, se dedica a estudiar enfermedades infecciosas mediante modelos computacionales en la Escuela de Ingeniería Agroalimentaria y de Biosistemas de Barcelona (EEABB) de la UPC.

Afirma que la COVID-19 «hizo desaparecer» otros patógenos, como la gripe o la bronquiolitis, y esto «ha cambiado el patrón de circulación de los virus», por lo que «ahora se trabaja en ver cómo queda el mapa de epidemias».

«Aún estamos en una transición y no hemos vuelto a la normalidad viral. Los patrones que observamos no se repiten año tras año, son inestables. Por ejemplo, este año se han avanzado tanto los contagios de gripe como los de bronquiolitis, mientras que el año pasado se adelantaron los de bronquiolitis, pero se atrasaron los de gripe», pone como ejemplo.

Según la biofísica, las respuestas a estos cambios en los patrones de contagio se están buscando en indicadores como «el número de susceptibles», es decir, la cantidad de personas que pueden infectarse, entre otros, debido a que «nuestra inmunidad también ha cambiado».

Prats explica que actualmente trabajan en un proyecto para predecir la evolución de la tuberculosis en África, una de las zonas más afectadas por esta enfermedad, donde ensayarán estrategias de control mediante modelos parecidos a los usados con la COVID.

También han creado un árbol bronquial computacional para entender cómo funciona la tuberculosis dentro de los pulmones, ya que solo entre un cinco y un 10 por ciento de las personas a las que les entra el bacilo de la tuberculosis acaban enfermando. Igualmente, están en un proyecto en Brasil para investigar matemáticamente la enfermedad de Chagas.

Prats no añora el ritmo «intenso» de trabajo que tanto ella como su equipo vivieron durante los meses de mayor incidencia del coronavirus que, «profesionalmente, fueron un reto muy grande».

La investigadora, que junto a su equipo del BIOCOMSC asesoró a gobiernos autonómicos, estatales y europeos durante la pandemia, detalla que el seguimiento que hacen ahora del SARS-CoV-2 no es tan intensivo «porque tampoco lo es su afectación».

«Algunos indicadores que ya no se hacen públicos, como la media de personas a las que puede contagiar alguien infectado, la famosa RT, o el riesgo de rebrote, el EPG, que mezcla la RT con la incidencia, «sí se calculan a nivel interno y no son secretos, sino que están al alcance de quien pueda necesitarlos», aclara.

«La RT de la COVID-19, por ejemplo, está por debajo de uno, lo que significa que cada persona infectada contagia a menos de una persona. Esto indica que estamos en una fase estable y de bajada», asegura. Prats valora «en positivo» que ya no se difundan determinados datos porque «no darlos contribuye a la salud mental de la población».

«Meses atrás, cuando la incidencia era mayor, resultaba esencial poder contar con la complicidad de la población y era necesario que cada persona pudiera saber cuál era la situación a través de los datos para entender el escenario y poder contribuir a frenar el virus. Ahora que la situación ya no es de emergencia, es coherente que no se publique, por ejemplo, la RT de la enfermedad, de la misma manera que tampoco se hace pública la de la gripe porque no tendría sentido», detalla.

Aplicación «insospechada»

La experta en modelos computacionales, que se considera «de la vieja escuela» y opta por «usar papel y bolígrafo cuando se trata de operaciones básicas, aunque solo sea para cuando a la calculadora se le acaban las pilas», garantiza que las matemáticas «están en todos lados».

«Seguramente, las utilizamos para más cosas de las que podamos imaginar, insospechadas», sentencia la científica, que recientemente ha obtenido con su grupo la medalla Josep Trueta de la Generalitat y que explica que desde las matemáticas pueden «cuantificar, objetivar, anticipar, predecir y comprender» enfermedades.

También confirma que estos juegos de números siguen siendo «la asignatura que más miedo genera» porque «se nos hace difícil proyectarlas en ejemplos reales y requieren de formalismos que no nos resultan fáciles de adoptar».

En este sentido, Prats invita a buscar ámbitos de aplicación, que «los hay de todos los colores y para todos los gustos», y a descubrir que «también hay matemáticas detrás del arte o de la música».