Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Oda al castellano

21/09/2023

Cuando pasan los años, una, amén de acumular alegrías y decepciones, también hace acopio de frustraciones. Para mí, una de ellas es no hablar idiomas, con lo que eso te enriquece a la hora de volar por el mundo, de repartir conocimientos, de presumir de cultura. Pero, ya ven, somos fruto de una EGB, sistema educativo del que me siento muy orgullosa en general, pero que no nos ofreció la posibilidad de estudiar otras lenguas con la intensidad que exigen los tiempos del siglo XXI. Qué le vamos a hacer.
Nuestra ventaja es que el castellano lo hablan 500 millones de personas en el mundo y eso es una bandera de la que podemos presumir allende nuestras fronteras. Además, en nuestro país hay otras lenguas que se hablan y se fomentan en los respectivos territorios. Y me parece estupendo. Lástima que quienes sólo hablamos castellano no tengamos la posibilidad de competir en igualdad en oposiciones a otras Comunidades en las que se puntúa el conocimiento de esas hablas propias. Es más, en regiones como la nuestra, ni siquiera se puede premiar en el acceso al empleo público a quienes residen o han nacido en nuestra tierra, porque eso iría contra el principio de igualdad. Bien.
Como todo, esto se nos está yendo de las manos, y veo que, si sigue el señor Sánchez en el Gobierno, al final nos sustituyen en las aulas el inglés o el francés por el catalán, el euskera o el gallego. No me malinterpreten, que me encantaría que los españoles habláramos todas las lenguas de nuestro territorio, pero no para separar, sino para unir. Pero como no es así, salvo que seamos oriundos de esas Comunidades llamadas históricas, reivindico que nos dejemos de sandeces y de crear esas falsas divisiones en un país en el que la propia Constitución reconoce la oficialidad del castellano y la cooficialidad de esas otras lenguas en sus respectivos territorios.
Ahora, en el Congreso se van a gastar un ojo de la cara en utilizar esos idiomas propios, en un hemiciclo en el que todos conocen el castellano. Mientras, yo veo, estupefacta, como alguno de esos diputados paletos que se quieren expresar en la sede de la soberanía nacional en aragonés o en bable, por ejemplo y con todo mis respetos para esas lenguas o lo que sean, utilizan en sus propios parlamentos el castellano. Vaya, qué cosas. Y qué ganas de incordiar y de confundir a millones de españoles.
Es una pena el desprecio a lo nuestro que se está extendiendo en este país. Desde hace tiempo, la bandera es un símbolo a lucir con orgullo sólo en los acontecimientos deportivos. Del himno, mejor ni hablar. Y ahora, a esta política de desgaste de nuestra esencia, se suma el desprecio al castellano por parte de unos cuantos, dispuestos a sacar tajada precisamente de la nación que quieren abandonar.
Después de que las Ciudades Patrimonio, Toledo, por supuesto, hayan mostrado sus mejores tesoros en una noche llena de cultura y de arte, llega el momento de reivindicar otra de nuestras riquezas: el castellano, ese idioma tan rico que compartimos millones de personas en el mundo. Es nuestro principal instrumento de comunicación, un vehículo para transmitir lo que somos, lo que hemos logrado y lo que nos queda por avanzar. Y, aunque parezca raro, muchos nos sentimos orgullosos de ello. Y no estamos dispuestos a que nos roben nuestra identidad.