La sombra del Cristo de la Esperanza es alargada

J.S.
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Centenares de toledanos y turistas se congregaron al filo de la medianoche a las puertas de la iglesia de san Andrés, crisol de estilos arquitectónicos para ver salir al Cristo de la Esperanza que cerró las procesiones del Lunes Santo

La plaza de san Andrés rezuma paz todos los días del año al filo de la medianoche. Todos menos uno. La noche del Lunes Santo centenares de toledanos y turistas se congregaron a los pies de una parroquia crisol de estilos arquitectónicos para unirse al Viacrucis del Cristo de la Esperanza.

Había ganas de ver procesionar esta talla del siglo XVIII que durante todo el año se venera en la iglesia mudéjar de San Cipriano. El año pasado, tras dos años sin poder celebrarse debido a la pandemia, los miembros de la cofradía tuvieron que darse la vuelta nada más enfilar la fachada de la Puerta de Reyes de la Catedral debido a la lluvia, un fenómeno atmosférico con el que el Cristo de la Esperanza mantiene una estrecha relación ya que ha aguado muchas de sus silenciosas incursiones en las calles del Casco tan sola rotas por el seco sonido que produce el choque de las horquillas que sujetan las andas para descanso a sus ocho cargadores contra el empedrado del Casco histórico toledano convertido en empinado Gólgota.

El Cristo de la Esperanza sobrecoge desde su salida. La sombra de este Cristo crucificado ya expirado se proyecta gigante y alargada sobre las paredes de San Cipriano creando un ambiente sobrecogedor. Su salida es arropada por los seminaristas de Toledo que le cantan un Miserere que, con el paso de los años, se ha convertido en uno de los momentos de la Semana Santa toledana declarada de Interés Turístico Internacional. En esta ocasión, los jóvenes acólitos interpretaron 'Miserere Mei', una pieza a cuatro voces escrita por José Calvo Martínez, compositor de varias piezas litúrgicas y que fue alumno del Seminario toledano.

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La del Cristo de la Esperanza es una procesión íntima y sobria, muy castellana. Los fieles que la acompañan rezan las 14 estaciones del Viacrucis, cada una de las cuales se fija en un momento de la Pasión del Señor. «La cruz es nuestra única esperanza. Abracemos a la Cruz necesitados de su Misericordia y Perdón», aseguraba el párroco de San Andrés a la salida de la talla portada en andas por ocho cargadores, que este año estrenaba una bella decoración floral en tonos rojos, que contrasta con la sobriedad de los hábitos negros de los cofrades, alguno de los cuales cargan con cruces en señal de sacrificio y penitencia.