Unas 18 familias aguantan las bajas temperaturas en 'Nuevo Cavero'

J.A.J./Toledo
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Los ocupantes que continúan en el campamento afirman sentirse abandonados, y que el frío ha provocado resfriados sobre todo en los niños, alejados varios kilómetros de un colegio

El buen tiempo era hasta ahora el único amigo con que contaban los desalojados del poblado chabolista de El Cavero que continúan en el campamento habilitado por el Ayuntamiento de Olías del Rey 13 días después del desahucio. Pero según avanza el otoño, hasta ese aliado les da la espalda. Unas 18 familias de las 47 afectadas por el desalojo continúan en este precario ‘Nuevo Cavero’ pese a que las temperaturas nocturnas, en lo que va de semana, apenas superan los tres grados. La prueba para los hombres, mujeres y niños será peor hoy miércoles, en el que la Agencia Estatal de Meteorología prevé una mínima de dos grados en la zona.

Ayer, mientras una delegación del campamento se mantenía reunida con el alcalde oliero, José Manuel Trigo, en busca de un alojamiento en mejores condiciones, el resto se apiñaba en torno a hogueras para combatir el fresco y la humedad de una mañana con niebla. Unas vigas de madera, obtenidas del derribo de una granja cercana, son la principal posibilidad de la que disponen para obtener calor en un paraje inhóspito.  Un terreno sin pavimentar en mitad de sembrados,  en el confín del termino municipal de Olías y a kilómetros de cualquier núcleo habitado, al que sólo se puede llegar por un camino de tierra.

La ambulancia no llega.

De hecho,  los ocupantes del campamento dan un ejemplo de su aislamiento narrando que tuvieron que trasladar por sus medios a uno de ellos hasta el casco urbano de Olías, que precisaba hospitalización, porque «la ambulancia no llegaba hasta aquí». Una mujer embarazada ha tenido también que se hospitalizada para que pueda culminar la gestación de un modo digno para ella y su futuro retoño.

Al calor de la lumbre, madres y pequeños narran su desesperanza  por su actual situación, que les hace añorar las chabolas en las que vivían antes del desahucio. La presencia de niños en edad escolar llama la atención, aunque sus madres defienden la imposibilidad de mandarles a su colegio aseados si carecen de la posibilidad de bañarles sin que les afecte el frío cada vez más pronunciado. «Somos pobres, pero limpios», afirma una, mientras otras explica que ha tenido que dejar a su bebé de tres meses en casa de un familiar para evitarle las condiciones que están padeciendo.

El malestar de los ocupantes llega a señalar la falta de otros recursos como electricidad. Hay un generador, pero «no nos dan gasolina» explica un ocupante.

Entre quejas por la falta de envíos de comida, y los resfriados que empiezan a afectar a los más pequeños, los refugiados en el campamento expresan su desengaño con las administraciones. «El alcalde nos ha engañado», afirma una mujer al no cumplirse para ellos las expectativas de un rápido  realojo tras el desahucio, mientras otra afirma que ha enviado una carta «al rey de las Españas» sin que la cúspide del Estado se haya interesado por sus cuitas. Los ocupantes del poblado insisten en que la ayuda de 1.800 euros por familia otorgada por la Junta para que arrendaran una vivienda durante un tiempo no les ha servido para hallar un hogar, al no encontrar gente dispuesta a alquilar casas a  estas personas de etnia gitana.

Mientras se desarrolla así la vida en ‘Nuevo Cavero’, la última iniciativa de los ocupantes y el Ayuntamiento de Olías para agilizar el realojo no ha obtenido respuesta. Se trata de un burofax en el que se pide a la consejera de Bienestar Social, Aurelia Sánchez Navarro, que se reúna con una delegación del campamento y responsables municipales. «Es la cuarta carta que mando a la Junta para pedir un arreglo, y aún no me han respondido ninguna», afirma el alcalde oliero.

José Manuel Trigo señala que el Plan Social de Acompañamiento a los desahuciados arbitrado por la Junta ha resultado insuficiente para resolver esta emergencia social, como muestra el hecho de que aún continúe gente en el campamento. El regidor no pone en duda la buena voluntad y el trabajo de la asociación sociocultural Llere, responsable del Plan, per o señala que esta situación «les ha desbordado». Por ello, reclama a la Junta que ejerza sus competencias para evitar que este caso de exclusión social continúe, en línea con la moción aprobada por las Cortes con los votos de PP y Podemos.