Fernando Díez Moreno

Política y Humanismo

Fernando Díez Moreno


Humanismo social y vida pública (XII)

02/10/2023

Una de las cuestiones a las que el humanismo se enfrenta de manera permanente es la del testimonio. Dicho de otra manera: el hombre con convicciones morales debe guardarlas para su intimidad o debe manifestarlas sin complejos en la vida pública. No hace falta te indique, amable lector, cual es la posición del humanismo social cristiano, pero, tal vez, si lo sea el que te diga el porqué.
En los países de nuestro entorno se va consolidando una ética política (aunque no se respete siempre) basada en los principios de: democracia pluralista, libertad de expresión, libertad de afiliación política, respeto y sumisión a la ley, reconocimiento de los derechos y obligaciones del ciudadano, igualdad ante la ley, reconocimiento de la dignidad de la persona y deber de los poderes públicos de buscar el bien común.
Pero si estos principios, que constituyen el sustento del sistema democrático, solo se fundamentasen en el mero consentimiento de los individuos (doctrina del contrato social), dicho sistema sería evidentemente frágil. El humanismo cristiano sostiene que, por medio de la razón, sin necesidad de recurrir a la revelación, se puede acceder y a admitir que unas normas objetivas universales deben orientar las acciones justas de gobierno.
Y aquí entra en juego el papel del hombre con convicciones morales, o tirando por elevación, el papel de la Religión. Ese papel consiste en proporcionar las normas objetivas universales que orienten la acción del gobierno, pero no en proponer soluciones concretas a los problemas sociales o económicos.
El papel del hombre con convicciones morales consiste en mantener su presencia en la vida pública para esclarecer e iluminar, primero, en el mantenimiento de los principios morales objetivos, y, después, su plasmación en las normas objetivas o en las soluciones concretas. Se trata, por tanto, de un papel orientador o corrector de lo que son tales principios.
Cuando este papel corrector u orientador no existe, o se prescinde de él deliberadamente, la moral puede ser distorsionada por las ideologías, o aplicada solo parcialmente en detrimento de la dignidad humana. El abuso de la razón, sin papel corrector o iluminador, condujo a los totalitarismos del siglo XX.
Lo mismo que la razón y la fe se necesitan mutuamente en búsqueda de la verdad, los políticos necesitan la presencia activa en la vida pública de quien tenga convicciones morales, porque su contribución es vital en el debate.
En otra colaboración te hablaré del laicismo y de cómo se margina o ignoran a las personas con convicciones morales, incluso en países que se tienen por tolerantes; de cómo se relega la voz de la Religión a la esfera privada; o de cómo se pide a los políticos en activo, que, en determinados supuestos, actúen en contra de sus convicciones morales, es decir, en contra de su conciencia.
El Papa Benedicto XVI se preguntaba cómo era posible que se haya hecho el silencio sobre la realidad primera y esencial de la vida humana, o cómo lo más determinante de esa vida puede ser reducido a la intimidad, o reducido a la penumbra. No se puede negar a Dios, según el Papa, como sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades, o imán de los corazones, el derecho de proponer esa luz para disipar las tinieblas.