Miguel Ángel Dionisio

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Miguel Ángel Dionisio


Un rector que fue pastor

19/04/2023

Hay en la Historia figuras portentosas que, por esos caprichos de Clío, acaban en el más absoluto de los olvidos, pero que, de nuevo por las veleidades de la musa o por un inesperado acto de justicia, de repente vuelven a ser conocidos y admirados. Ese el caso de un personaje muy peculiar, que, nacido en tierras asturianas, acabó, en el Toledo de finales del Antiguo Régimen, siendo una de las figuras más brillantes de su tiempo. Me refiero a Fernando Prieto Mestas, que pasó de ser un pastorcillo apenas letrado a convertirse en rector del Colegio de Santa Catalina de Toledo y uno de los más ilustres filólogos de su tiempo.
Nacido en Cabrales en 1793, la vida de aquel zagal dedicado a cuidar cabras cambió con la llegada de un monje benedictino, Andrés de la Bárcena, quien, huyendo de los invasores franceses, en el año del Señor de 1809, se refugió en aquellas tierras aisladas. El monje descubrió la aptitud del muchacho para los idiomas, comenzando por el latín, de modo que, al acabar la Guerra de Independencia, le llevó al monasterio de Celorio, donde comenzó sus estudios, impresionando por su capacidad e inteligencia. Protegido, al saber de sus cualidades, por el marqués de Gastañaga, pasó a la Universidad de Oviedo, donde se preparó, a falta de seminario diocesano, para seguir la carrera eclesiástica. Sus dotes extraordinarias llegaron a oídos del también asturiano Pedro Inguanzo, obispo de Zamora, quien, nombrado arzobispo de Toledo en 1824, trajo consigo a la sede primada al recién licenciado clérigo, el cual iniciará de este modo su vinculación con nuestra ciudad.
Prieto Mestas, poco a poco, iría escalando puestos no sólo en el seno de la Iglesia toledana, sino también en su Universidad, tras un breve paso por el Colegio Imperial de Madrid, en el que completó su formación en lenguas modernas, además de árabe y hebreo. De este modo se convirtió en un perito en filología bíblica. Su fama trascendió a otros países europeos, de manera que se recabó su ayuda desde Alemania para publicar la Historia Natural de Plinio, obra financiada por el rey Federico Augusto I de Sajonia.
Profesor de griego en la Universidad toledana, catedrático de Teología en la misma, rector del Colegio de Santa Catalina durante ocho años, tras la muerte del cardenal Inguanzo, en los agitados primeros años del reinado de Isabel II, prosiguió su labor docente, a la par que atendía generosamente a los pobres y menesterosos de la ciudad, repartiendo abundantes limosnas.
Fernando Prieto Mestas falleció en su querido Colegio un 19 de abril de 1839. Gran amante de los libros, donó un rico legado de obras en lenguas orientales a la biblioteca universitaria. Seis años más tarde, desaparecía la vieja Universidad toledana, mientras la memoria del gran filólogo iba perdiéndose.
La Universidad toledana ha resurgido. Ojalá que el recuerdo de su ilustre profesor, también.