Lagartera y el misterio de la tradición

J. Moreno
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La física Raquel García Alía publica una novela histórica que desentraña los ritos y las creencias del pueblo de su familia. «El pasado construye futuro», reflexiona la autora

La autora, junto al prestigioso arquitecto interiorista y paisano Tomás Alía, en la presentación del libro en Lagartera. - Foto: LT

Era niña, pero el recuerdo sigue vivo. Su abuela Josefa vestía a Raquel de lagarterana. «Qué remilgo (salero) tiene mi nieta», se enorgullecía la anciana. La pequeña apreciaba ya entonces que el proceso incorporaba un ritual: una herencia cultural. Un orden y una compostura inalterados, ya sea en el moño, el guardapiés o los zapatos. Un misterio que entuba el argumento de 'Ananké, labranderas de sueños', la primera novela de esta mujer de 48 años.

Raquel García Alía convocó el día 15 a los vecinos de Lagartera (Toledo) en la Casa de la Cultura. Junto con ella, el prestigioso arquitecto interiorista Tomás Alía protagonizó el encuentro. Comparten apellido, pero el vínculo familiar es remoto. Les une más el pueblo, a orillas de la autovía de camino a Extremadura. «Lo bonito está dentro de las casas. Está todo hacia el interior», explica la autora, madrileña y física de formación, como parte del envoltorio de misterio. Por ello, recomienda al visitante entrar en la Casa Museo 'Marcial Moreno Pascual' como aprendizaje de las costumbres.

Esta ingeniera de Telefónica giró hacia las ciencias, pero creció con una plena presencia de las letras. De la Historia. Quizá por eso enfoca la teoría del asentamiento mozárabe como origen del pueblo. «¿Por qué Lagartera tiene esa particularidad», sigue preguntándose. La novela incorpora una cuidada base histórica de la Reconquista y abraza también las raíces del asentamiento de Ciudad de Vascos, a apenas 30 kilómetros de distancia.

Raquel ha conservado la mirada de una íntima forastera y admira el caudal etnográfico y antropológico del pueblo. Hace 20 años rastreó sus antepasados familiares y observó, perpleja, que todos nacieron y se criaron en Lagartera. «¿Qué pasó aquí? ¿No querían relacionarse con el resto del mundo?», expone.

La autora ha recuperado en la obra localismos arrumbados por el paso del tiempo. Porque el olvido ha menguado las tradiciones heredadas. «El pasado construye futuro», advierte Raquel como la guía para encarrilar la vida.

«Mi búsqueda se ha convertido en un peligroso viaje de iniciación a través de la historia y la verdad, en una cuestión de supervivencia. Ahora sé quién fue mi madre. Encontré la razón de su huida. Y yo estoy a punto de hacerlo», dice la sinopsis. Una medalla figura como clave de este vaivén entre dos mundos que detalla el intríngulis, por ejemplo, de vestirse de lagarterana. «Incluso los pendientes dependen de si eres soltera o casada», señala la autora, que menciona «el matriarcado en la sombra» que caracteriza la vida del pueblo.

Raquel maduró durante ocho años el libro; tanto, que escribió 1.200 páginas. Y hubo que adelgazar la obra, autoeditada en 'Círculo rojo', hasta las 580 páginas. El título obedece a un guiño a la diosa griega, personificación de la inevitabilidad. Del destino. Quizá el polvo de las tradiciones forme parte de esa fatalidad inevitable, pero la autora aprecia que los jóvenes sienten esa pertenencia al pueblo. Por más que haya el riesgo de la pérdida de los bordados.

«Fue ella la que me empujó a viajar a España en busca de una explicación; a este pequeño pueblo toledano donde vive mi abuela, en el que sus habitantes parecen ocultar su auténtica identidad tras cada puntada de sus bordados y encorsetadas tradiciones milenarias. Y también fue ella quien descubrió la inscripción de mi medalla. Desde que la colgué de mi cuello, a la muerte de mi madre, los acontecimientos se han precipitado y el pasado se empeña en regresar», profundiza la sinopsis de 'Ananké, labranderas de sueños', la medalla de la autora al pueblo donde aprendió, de niña, el misterio de los rituales.