El ingeniero Domingo de Aguirre y sus planos del Alcázar (y2)

José García Cano*
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En el siglo XVI el Alcázar fue el receptor de una cantidad ingente de agua que subía desde el río Tajo gracias al famoso artificio de Juanelo, que desembocaba en un aljibe interior del edificio

Detalle del plano número 3 con la entrada principal al alcázar en la fachada norte y acceso al patio principal, hoy patio de Carlos V. - Foto: Biblioteca Nacional

Seguimos analizando en esta segunda entrega los siguientes planos del alcázar de Toledo, que el ingeniero Domingo de Aguirre dibujó en 1767. En el segundo de ellos se muestra la planta con las bóvedas que existían sobre el nivel de calle de la actual cuesta de Carlos V, las cuales se encontraban a más de 3 metros de desnivel de la citada calle. Desde esta cuesta -que es la fachada oeste del alcázar la calle de la Bola de entonces- había una puerta de acceso a las bóvedas señalada con la letra P en el plano. Resulta interesante descubrir cómo había algunas bóvedas (las señaladas con la letra D) que servían para recoger las 'aguas llobedizas' del patio y que se introducían por una especie de canal de recogida que se encontraba en el centro del patio. Como es lógico el alcázar a lo largo del tiempo ha necesitado un suministro importante de agua tanto para el personal que vivía en el mismo, como para solventar los problemas de abastecimiento que podían derivarse de situaciones conflictivas, asedios, etc.; de hecho, también había un pozo como veremos en el siguiente plano. Recordemos que en el siglo XVI el alcázar fue el receptor de una cantidad ingente de agua que subía desde el río Tajo gracias al famoso artificio de Juanelo, que desembocaba en un aljibe interior del edificio. Encontramos otro espacio ( 'letra M del plano') que era una cárcel 'sin luz ni respiradero', que se situaba en el interior del torreón noreste del alcázar, un lugar ideal e inexpugnable sin duda para utilizarlo como cárcel y que se encontraba en el nivel más inferior de este torreón. Por lo que respecta al estado de conservación, Aguirre indica que todas las bóvedas de esta planta y sus muros y escaleras, se encontraban en 'sobresaliente estado', con lo cual no eran necesarias ningunas reparaciones ni mantenimientos.
Por lo que respecta al plano número 3, nos indica el título que estamos en la entrada principal, con el patio y otras habitaciones que se encontraban al nivel de la plaza de Zocodover (fachada norte) algo que no es realmente así, ya que este patio (al igual que hoy en día) se sitúa a varios metros sobre el nivel de Zocodover, por tanto, lo que Aguirre quería decir es que esta planta se sitúa frente a la plaza, pero no al mismo nivel. La puerta principal indica el autor que era de arquitectura jónica y nada más cruzarla se accedía al zagúan y desde él, al patio principal conocido como hoy como patio de Carlos V, en cuyo diseño original (del siglo XVI) intervinieron arquitectos como Alonso de Covarrubias o Francisco de Villalpando. El patio que hoy apreciamos es lógicamente fruto de la importante reforma y reconstrucción que tuvo lugar después de la Guerra Civil. Señaladas con las letras C, D, E y L, encontramos los intercolumnios corintios sin pedestales, todos en buen estado, que llegaban hasta una faja que se situaba por encima de las claves y desde allí se descubrían algunos pedazos de balaustradas de los corredores que sostenían, como se indica también en el plano número 4. En este tercer plano destacamos también la escalera principal que subía hasta el primer piso de los corredores, indicando que era «grande, hermosa, fuerte y en muy buen estado». Aparecen también en este alzado algunas escaleras de caracol ubicadas en el interior del muro, para comunicarse con el piso de arriba. Con la letra K, se aprecian habitaciones tanto en la fachada norte, como en la este y oeste, cuyos techos eran de bovedillas que se habían quemado en algún incendio anterior. Al final de la leyenda de este tercer plano, encontramos una curiosa anotación que hizo Aguirre, en la que indica que existía un proyecto por aquel tiempo (1767) para subir el agua del Tajo 'sobre la plaza de Zocodover', pero «es tan grande la altura que ay desde el rio a ella, que lo hace difícil y de mucho coste y habiendo empezado a poner en práctica dicho proyecto, lograron ponerla a la mitad de la altura, pero lo hubieron de abandonar»… En resumen, lo que nos transmite Aguirre es que más de dos siglos después de que dejase de funcionar el artificio de Juanelo, se volvió a intentar una vez más, que el agua se suministrase al centro de Toledo. Como bien indica el autor, el desnivel es tan considerable que no solo se tuvo en cuenta este problema, sino también el del coste de tan considerable obra. Aguirre nos deja la duda de hasta donde se realizó el proyecto, ya que como dice textualmente llegaron hasta la mitad de la altura, con lo cual posiblemente se trate de algún punto intermedio de la actual calle Cervantes, aunque esto es una mera conjetura. No olvidemos que con la letra P, se señala un pozo «que es el agua que ay en todo el Alcázar», situado junto al zaguán principal de la entrada, en un cuarto a la izquierda nada más entrar; este dato incide en el sistema de abastecimiento hidráulico del alcázar que comentábamos más arriba.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo