Editorial

El espectáculo poco edificante del Congreso sigue subiendo de tono

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El arte de la política y el don de la oratoria están sin duda muy alejados de los tonos y formas que se pueden escuchar en el hemiciclo

Hace ya tiempo que el hemiciclo del Congreso de los Diputados se ha convertido en un cuadrilátero, en el que lo que se representa está más cerca de los deportes de combate que de la política. Las sesiones de control al Gobierno son el paradigma de esta práctica que involucra por igual a la mayoría de formaciones y actores políticos. Aunque parezca imposible, el diapasón se eleva cada semana un tono más para superar el enconamiento de la anterior, en una espiral que parece no encontrar ni techo ni fin.

Se pudo ver, una semana más, en la sesión de control de ayer, empezando por el cara a cara de Alberto Núñez Feijóo con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y siguiendo por los sucesivos enfrentamientos de los ministros con representantes de las bancadas opuestas.

Así, Feijóo y Sánchez se volvieron a encarar con acritud, en esta ocasión a cuenta de la corrupción, con el 'caso Koldo' y la investigación por fraude fiscal a la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. El líder del PP amenazó con promover en el Senado las relaciones de la esposa del presidente, Begoña Gómez, con Air Europa antes del rescate de la aerolínea.

Un paso más en el intento de asedio a Sánchez, que este a su vez devuelve, con la maniobra de tapar los escándalos propios, esparciendo críticas hacia los de enfrente, la Comunidad de Madrid, en este caso.

Si el intercambio entre Feijóo y Sánchez ya fue agrio, no se quedaron atrás el ministro de Transporte, Óscar Puente, y el diputado del PP, Sergio Sayas, también por una pregunta sobre la corrupción. Aunque en el ránking del despropósito seguramente quedaría en primera posición el batiburrillo en forma de pregunta del diputado 'popular' Jaime de los Santos y los gritos de respuesta de la ministra de Igualdad, Ana Redondo.

El exceso y la teatralización se han adueñado de estas sesiones del Congreso, a menudo con oradores de mecha corta, que expresan el argumentario en frases de poco más de un tuit. Una fórmula que se está contagiando a todos los niveles de representación política y que, cada vez con más frecuencia, reproduce parecidas formas en asambleas autonómicas y plenos municipales.

En medio del desconcierto, siempre resulta ejemplarizante el tono de amonestación del portavoz del PNV, Aitor Esteban. Como señalaba ayer, el espectáculo del Congreso de los Diputados es cada vez menos edificante.

El arte de la política y el don de la oratoria están sin duda muy alejados de los tonos y formas que se pueden escuchar en el hemiciclo, cámara de representación de la soberanía popular, semana tras semana. Sus señorías harían bien en plantearse una reflexión y moderación y en no empeñarse en dejar el pabellón cada vez más bajo.