Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Más emilianismo

12/07/2023

Con el nuevo gobierno ya nombrado, Castilla-La Mancha reinicia la marcha bajo el signo del emilianismo, esa variante del PSOE, socialdemocracia 180  grados, dice el autor, que  se consolida, y van tres legislaturas, como una suerte de ejercicio de transversalidad sin paliativos en la España de los dos bloques políticos pétreos con reminiscencias gerracivilistas. Dice Emiliano García-Page que el corazón necesita los dos ventrículos, el izquierdo y el derecho, para funcionar, y él ha encontrado la fórmula mágica para convertir una tierra de naturaleza conservadora en uno de los reductos inexpugnables del PSOE, y no hay más que remitirse a la prueba del veintiocho de mayo. Veremos lo que ocurre aquí en las Generales de dentro de unos días, pero dentro de unos años, cuando analicemos el tema político en Castilla-La Mancha, lo veremos como un caso paradigmático en un momento de cambio total y de renovación de las estructuras políticas. 
La esencia singular del 'PSOE made in CLM' hay que buscarla en José Bono, como padre de la criatura, que se prolonga de forma abrumadora en el emilianismo triunfante ya desde 2015. Un PSOE peculiar en su forma de proyectarse, un partido apegado al terreno que conoce la tierra que pisa con sus querencias y costumbres, un partido al que le votan los que va de suyo que lo hagan y otro tipo de personas, algunas netamente conservadoras. Solamente así se puede explicar las victorias de Emiliano García-Page que gusta decir que para conseguir trofeos en el universo taurino hay que torear con las dos manos, algo que parece de sentido común, pero que en el mundo polarizado y embarrado de nuestra política es un enfoque que a él le sirve para llenar las urnas de votos, esta vez tras una pelea ya más ajustada con su contrincante, Paco Núñez, y con algún momento delicado en estos cuatro años últimos, como aquel inicio de la pandemia, rectificado a tiempo, más que tormentoso con un par de declaraciones improcedentes.
En cualquier caso, la victoria da vía libre al ganador para gobernar durante cuatro años con amplitud y comodidad, sin hipotecas. Nada a su izquierda, Ciudadanos desaparecido de la escena, y a la derecha un PP que veremos si apuesta por un proceso de renovación a fondo y unos diputados de VOX, de estreno en el convento de San Gil, que sin poder que tocar no dejan de ser un factor de ruido ambiental sin nada sobre lo que influir. Pero además de gobernar con comodidad en Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page se convierte ahora en una sólida baronía en los juegos de poder del PSOE,  los que puede haber de gran calado y repercusión si el sanchismo es derrotado en las elecciones generales. ¿Acaso podría ser el emilianismo el conducto de vuelta a esa socialdemocracia clásica añorada por algunos? Y eso, con o sin García-Page como protagonista en el relevo. El emilianismo como antídoto frente a un sanchismo derrotado podría ser una opción, aunque en la intención de García-Page no esté dar ese salto. El emilianismo, digo, como fuente de inspiración de lo que se puede hacer con un PSOE en reconstrucción, aunque es cierto que la opción encontraría importantes vías de fricción en territorios como Cataluña o el País Vasco, incluso en zonas más urbanas que rurales tendría también una acogida más problemática.  Lo cierto es que después de superar sin que la sangre llegara al rio unas relaciones que no han sido ni mucho menos fáciles con Pedro Sánchez, Emiliano García-Page podrá acudir a la calle Ferraz desde una posición muy ventajosa, desde esta especie de aldea gala en que ha convertido Castilla-La Mancha.
Lo que va a salir del Palacio de Fuensalida en los próximos cuatro años tiene un aroma ya de sobra conocido, nos lo contará Esther Padilla en detrimento de Blanca Fernández, seguiremos viendo a Martínez Guijarro como hombre fuerte de la cosa emilianista, el estreno en el escalafón superior de José Manuel Caballero, y alguna cosa más. Habrá más boxeo dialéctico en el Parlamento Autonómico, que con Vox está garantizado, veremos pronto hasta donde puede llegar un acuerdo para reformar el estatuto de autonomía, y al final de la legislatura hasta donde de cerca nos quedamos del final del trasvase, y todo eso sin contar los imprevistos que fueron muchos y rotundos en la anterior legislatura. Veremos también si Emiliano se tiene que entender con Sánchez o con Feijóo, que igual le resulta más fácil con el gallego que con el primero. Emilianismo en estado puro.