Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


Ahora, llora

28/12/2023

Se sabía que a la política profesional no acude mayoritariamente lo más selecto de la sociedad, ni los más educados, ni los más cultos, ni los más despiertos, ni, siquiera, aquellos que sacarían un cinco pelado en compostura o en urbanidad, pero de ahí a transigir con el energumenismo puro y duro, con el político yoyas y perdonavidas, media un abismo. Bueno, no, media sólo, valga el retruécano, medio abismo, pues normalizar como hemos normalizado lo primero, la menesterosidad moral e intelectual de muchos de nuestros políticos, no podía sino conducir, como consecuencia lógica, a estos espectáculos de unos tíos agrediendo físicamente a otros porque no les gusta lo que piensan o lo que dicen, y ello no en un descampado ni en una taberna, sino en sedes institucionales.

En el espacio de unas pocas semanas se ha visto de todo, pero siempre lo mismo: el pichi que se dirige hecho una furia hacia un adversario político y ora le propina unos cachetitos en la cara, ora le arroja una botella, ora le intenta arrebatar violentamente el móvil con el que la víctima graba la escena. El de los cachetitos fué Daniel Vicente Viondi, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid que, por lo visto, no pudo reprimir el dárselos al alcalde Almeida, del PP; el de la botella, el virulento Ortega Smith, de Vox, que se la tiró a Eduardo Rubiño, de Sumar, porque es lo que tenía más a mano y en la misma sala de sesiones del Consistorio madrileño; y el que se abalanzó hacia la teniente de alcalde de Cangas, del PSOE, Iria Maldonado, hecho un basilisco, el concejal del PP José Luis Gestido. Como se ve, hay una gran transversalidad en esto.

Pero de todos éstos insufribles e inaceptables episodios de matonismo y chulería sobresalen, por lo reveladoras, unas palabras. Parecería extraño que de unas tanganas donde volaron botellas y salieron manos a pasear destacaran unas palabras, unas simples palabras. ¡Pero qué palabras! Las pronunció el descontrolado Ortega Smith tras agredir a Rubiño: "Ahora, llora". ¿Qué niño acosado en la escuela no las ha oído pronunciar a su maltratador? Son dos palabras, sólo dos, pero cuánta brutalidad contienen, cuánta perfidia. Y por esas simas va la política cayendo.