Por mucho que tratemos de dejar atrás la pandemía, todavía hoy se siguen notando los efectos. ¿Dónde? Pues, por ejemplo, en los dientes. Así lo explicó hace unos días el presidente del Consejo General de Dentistas de España, Óscar Castro, que advirtió que la COVID-19 y el estrés que generó han disparado los casos de bruxismo en España. En concreto, este problema se ha multiplicado por cuatro desde 2019, pasando de un seis por ciento a un 23 por ciento en la actualidad, tal y como se recoge en el Libro Blanco 2023: Encuesta poblacional de la salud bucodental en la España postpandemia 2023.
Castro recordó que el bruxismo es una anomalía que se caracteriza por apretar los dientes y por tener origen en el estrés. «De forma empírica, los dentistas lo hemos asociado con el aumento de las enfermedades mentales que ha habido durante la pandemia», aclaró.
Se trata de un incremento que se ha producido especialmente en adultos jóvenes y en niños. En adultos jóvenes, se ha achacado a que las «expectativas laborales» de esta población se vieron modificadas de repente; al igual que sus hábitos «normales», relacionados con el ocio y la vida social. En la población mayor es donde menos se ha observado este incremento.
En general, según el estudio, el 12 por ciento de los encuestados afirma preocuparse más por el estado de su salud oral que antes de la pandemia, y un 67 por ciento reconoce tener algún problema bucodental frente al 57 por ciento de la encuesta publicada en 2020, que se hizo con los datos de 2019.
Durante el período pandémico (2020-2021) se produjo un agravamiento de la percepción global de los problemas bucodentales en dos de cada 10 encuestados (17 por ciento), como caries sin tratar, sensibilidad dental, encías que sangran y el mencionado bruxismo.
Como dato curioso, Castro destacaba el aumento del uso de colutorios durante este lapso de tiempo, debido a la aparición de estudios que confirmaban que estos productos podían llegar a inactivar el SARS-CoV-2. Precisamente, el 65 por ciento de la muestra afirmaba usar enjuagues bucales, mientras que esta cifra era del 56 por ciento antes de la crisis sanitaria.
La mayoría (55 por ciento) afirmó haber mantenido su uso a raíz de la pandemia, pero el siete por ciento ha incrementado su uso. «Los colutorios son siempre un complemento, pero nunca una sustitución del cepillado», recordaba el presidente de los dentistas.
Así las cosas, el 31 por ciento de los encuestados redujo la frecuencia de las visitas al dentista durante la pandemia y el 77 por ciento de las causas esgrimidas están directamente relacionadas con el coronavirus; por ejemplo, por el miedo al contagio. En el caso de los menores, el 55 por ciento visitó al dentista en 2019, una cifra que se redujo al 39 por ciento durante la pandemia. Globalmente, el ocho por ciento de las personas entrevistadas no ha recuperado su frecuencia habitual de visitas al dentista en el periodo postpandémico (a partir de 2022).
Cuestión de precio
Los dentistas destacan que la actual crisis económica y el alza de la inflación son posibles causas de la retracción detectada. Al comparar los datos del Libro Blanco 2023 con los del Libro Blanco 2020, se evidencia que los factores económicos eran citados entonces por el 24 por ciento de los encuestados que no acudían al dentista, mientras que ahora esa cifra se eleva al 36 por ciento. Por lo tanto, el miedo al contagio y la pérdida de poder adquisitivo se han solapado, propiciando un menor uso de los servicios odontológicos.
Aunque la cifra de encuestados que acudieron al dentista el año pasado es del 52 por ciento, la realidad apunta a una disminución del volumen de trabajo y, en determinados casos, los tratamientos demandados se corresponden con una atención más básica que los de la etapa prepandémica, cuando eran más complejos.
Con todo, Castro consideró que los datos empiezan a ser «optimistas», pues se están empezando a recuperar cifras de 2019, aunque permanece la incógnita de cómo va a evolucionar la demanda dental en los próximos meses, debido a la coyuntura económica.
«De los que redujeron las visitas al dentista, el 73 por ciento ha vuelto a su actividad normal; si bien uno de cada cuatro sigue acudiendo con menos frecuencia», apuntó, haciendo hincapié en que aquellos que han dejado de ir son las personas con un nivel socioeconómico más bajo.
Óscar Castro reivindicó una mayor inversión en salud bucodental por parte del Estado. «Asistimos con estupor a la moneda de cambio que se hace con la salud bucodental cada vez que se acercan elecciones. Todos la llevan en sus programas, pero ninguno la lleva a cabo», opinó.
También lamentó que los 43 millones de euros dedicados al Plan de Salud Bucodental por parte del Gobierno son «insuficientes»; si bien reconoce que suponen «un primer paso» para atender las necesidades de la población más vulnerable.
El doctor detalló que, actualmente, hay 960 dentistas públicos en España. «960 para una población de 47 millones de habitantes es una cifra verdaderamente insuficiente, y se forman 1.900 dentistas nuevos todos los años que salen a mercado laboral. A estos solo les queda el paro, el subempleo o la emigración, y todo disminuye la calidad asistencial de nuestros pacientes», concluyó.
Para mejorar esta carencia, Castro propuso aplicar la Ley de Cohesión, por la que se den unos mínimos servicios de salud bucodental en las regiones, dejando a cada territorio la ampliación de esa cartera de servicios.