Frank Sinatra, a su manera

Javier Villahizán (SPC)
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El popular 'crooner' hizo de su canción 'My way' un estilo de vida durante sus 82 años de existencia

Frank Sinatra, a su manera - Foto: TELEMADRID

Seductor, fanfarrón, desbordante, excelso, agitador y sobre todo, creador. Frank Sinatra (Nueva Jersey, 1915-Los Ángeles, 1998) fue una de las personalidades más luminosas de su época. Con su galante sonrisa, su mirada azul, su porte de crooner y su voz, Sinatra conquistó el sueño americano en toda su expresión.

Han pasado ya 25 años desde que muriera el 14 de mayo de 1998 a los 82 años en condiciones un tanto misteriosas, pero la figura de Frank Sinatra no solo no se ha apagado, sino que permanece como una pieza fundamental de la música y la cultura popular de los siglos XX y XXI.

Icono y estrella legendaria del swing y del jazz vocal, capaz de resistir el impulso del primer rock y hasta de convertirse en un aclamado actor, Sinatra encarna la imagen del hombre hecho a sí mismo, del talento y la ambición desmesurados, pero también del personaje opaco y reservado con muchas sombras aún por descubrir.

Pero si por algo es recordado es por alcanzar metas únicas en su trayectoria profesional como cantante. Sinatra llegó a grabar más de 1.300 temas y ganó 10 premios Grammy  con composiciones tan míticas como Strangers in the night, My way, It was a very good year, The lady is a tramp, Witchcraft y I've got you under my skin, entre otros muchos. Letras y música que rememoran estructuras de algunos de sus ídolos como Bing Crosby y Billie Holiday.

Al final, Sinatra logró crear su propio estilo, el de un vocalista de jazz que ya no tiene que superponerse por encima de la orquesta, sino que canta relajado, sentado, gustándose, susurrando y saboreando cada nota. 

La era dorada de Sinatra llegó con su época en Columbia y sus discos ideales de los años 50, álbumes como In The Wee Small Hours o Songs For Swingin' Lovers en los que bordó su estilo elegante jazzy de gran seductor.

Realizó, también, medio centenar de películas (La Gran estafa, Alta Sociedad, Ellos y ellas o Un día en Nueva York son solo un puñado de ellas), y fue dirigido por realizadores de la talla de Otto Preminger, Stanley Donen, George Sidney, Stanley Kramer, Vincent Minnelli, Frank Capra o John Huston. Como culmen a su carrera cinematográfica, el artista se alzó con tres Oscar, dos de ellos como reconocimiento a su trayectoria y el tercero por lograr el de mejor actor de reparto con De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann, 1953), una película en la que no cantaba.

Incorregible

Además de intérprete y cantante, Sinatra era un vividor en su sentido más amplio. Le gustaba exprimir la vida hasta el último aliento y devorar cada instante de su existencia.

Buen ejemplo de ellos fueron sus cuatro matrimonios y tres hijos -Nancy, Frank Jr. y Tina-, todos de la primera boda con Nancy Barbato (1939-1949), que le pidió el divorcio por «cruel» cuando conoció su apasionado romance con Ava Gardner (1951-1957), con la que también se casó. Luego tuvo una vida conyugal de apenas dos años con Mia Farrow, su amiga incondicional de siempre, entre 1966 y 1968 y finalmente la más duradera de sus uniones con quien fuera la viuda de Zeppo Marx, el más pequeño de los Hermanos Marx, Barbara Marx (desde 1976). Sin embargo, sus cuatro esposas no fueron óbice para que tuviera un sinfín de romances, sus biografos hablan de varias aventuras con Marilyn Monroe, Lauren Bacall o Liz Taylor. 

Supo igualmente rodearse de las mejores amistades hasta el punto de ser amigo de John Kennedy, Dean Martin, Peter Lawford, Sammy Davis Jr. y la niña prodigio Shirley Maclaire. 

Sin lugar a dudas, el punto más oscuro de Sinatra es su posible relación con la mafia, sostenida por su ascendencia italiana, su presencia constante en Las Vegas y su relación con capos como Lucky Luciano o Sam Giancana. No en vano, el FBI inició una investigación sobre este asunto y acumuló un expediente con 1.275 páginas sobre el artista. Además, en una ocasión un juez le interrogó sobre una posible entrega en La Habana a Luciano de dos millones de dólares en un portafolios, a lo que respondió: «Si puede encontrarme un portafolios con dos millones de dólares, se los doy».