El aumento de habitantes no evita la despoblación

Agencias
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El país prevé superar los 51 millones de censados en 15 años, con un incremento notable en las ciudades con mayor densidad, mientras en las zonas rurales el problema está lejos de revertirse

Un niño observa el rebaño y el paisaje de un pueblo castellano y leonés. - Foto: A. Álvarez (EFE)

La España vacía estará aún más despoblada en los próximos 15 años, y eso a pesar de que crecerá el número total de habitantes, porque lo hará precisamente en lugares donde es mayor la densidad.

La población española va en aumento; el pasado mes de mayo el Instituto Nacional de Estadística señaló que el país acaba de superar los 48 millones. Este reciente dato va en línea con la última proyección de población publicada por el Instituto Nacional de Estadística (octubre de 2022), que apuntaba un incremento para 2037 de un 25 por ciento para Baleares, o de más de un millón de residentes para Madrid o Cataluña. 

Sin embargo, habrá descensos de población en zonas que ya padecen este problema complejo y difícil de revertir, especialmente en Asturias, Extremadura y Castilla y León, comunidades que se encuadran en lo que ya es España Vacía.

Y mientras, aunque en Ceuta, Melilla y Murcia o, en menor medida, en Baleares o Madrid, habrá más nacimientos que muertes, en general en todo el país no habrá crecimiento vegetativo, sino envejecimiento de la edad media.

La explicación de todos estos datos se halla en la inmigración exterior, que compensará el envejecimiento y ofrecerá la fuerza de trabajo necesaria para que se mantenga el crecimiento económico. Pero, salvo que haya políticas que modifiquen la tendencia, lo hará acudiendo a donde, precisamente, hay una mayor oferta de empleo.

Esto es lo que lleva a Alberto Del Rey, catedrático de Sociología y Comunicación de la Universidad de Salamanca, a señalar la conveniencia de políticas que ordenen la inmigración desde una estrategia planificada que la oriente hacia las comunidades donde hace falta más población. «España no ha tenido nunca ninguna política migratoria. Nunca hemos planeado facilitar la llegada de gente, seleccionar en función de las necesidades laborales y, por supuesto, ofrecer trabajo a inmigrantes, mediante una descentralización», explica. «Yo vivo en Salamanca. Y en Castilla y León, muchos puestos de trabajo están vacíos. Si no ofrecemos empleos de acuerdo a la formación, con el tiempo se van a ir a donde se les ofrezca un puesto acorde. Para la despoblación, la única solución es la inmigración», añade.

Del Rey señala dos aspectos importantes en esta política, una actitud más abierta entre los que acogen y fomentar el empleo de calidad en las áreas despobladas.

Inmigración y vivienda

Otro posible problema que parece emerger, ante un saldo migratorio de cientos de miles de personas cada año en zonas de vivienda muy cara, como Baleares, Madrid o Cataluña, es precisamente el de la vivienda. Pero Julio Vinuesa, catedrático emérito de Geografía Humana en la Universidad Autónoma de Madrid, señala que debemos desterrar la equivalencia fácil que asocia más población inmigrante con nuevos planes de construcción de viviendas.

«La llegada de inmigración no necesariamente supone que hagan falta muchas viviendas. Además, el precio puede tener un efecto de rechazo, los inmigrantes no solo vienen por el trabajo. Y más aún, si tenemos en cuenta que, en 15 años, puede haber cambios que permitan un mayor deslinde entre trabajo y lugar de residencia», explica.

«En todo caso, lo que hace falta es mucha vivienda protegida, como dos millones. Pero no a base de construir, sino consiguiendo mediante la colaboración público privada que parte del parque que se está alquilando tenga precios mejores» concluye.

España ganará 4.236.335 habitantes (un 8,9 por ciento), hasta superar los 51 millones de personas, en 2037, señala el INE. Este aumento se debería exclusivamente a la migración internacional.