Primer estudio de 40 conventos y nueva perspectiva

J. Monroy
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'Toledo, la ciudad conventual', de Ignacio González-Varas, recorre la historia de los conventos y su integración urbana. Ofrece una visión a vista de pájaro y separada de su entorno de 35 de ellos

Primer estudio de 40 conventos y nueva perspectiva

Podría parecer que sobre los conventos de Toledo había poco más que escribir después del libro de Balbina Martínez Caviró. Nada más lejos de la realidad. Aquella completa publicación abordaba de forma magnífica los conventos en activo. Ahora, fruto de cinco años de trabajo en el proyecto de investigación Claustrat 1 de la UCLM, financiado por la Junta de Comunidades y fondos europeos, el catedrático de la Escuela de Arquitectura de Toledo Ignacio González-Varas da enfoque diferente a todo lo publicado hasta ahora, hace un balance completo de los conventos activos, como los reutilizados para otras funciones, y finalmente aquellos que desaparecieron.

Aunque hoy solo hay catorce conventos activos en la ciudad y catorce y cuatro intactos (Capuchinos, Santa Clara, Santa Úrsula y las Benitas), pero vacíos, para sumar un total de 35 edificios con los reutilizados, se calcula en que en el siglo XVII llegó a a haber nada menos que cincuenta. 'Toledo, la ciudad conventual' es una monografía de 325 páginas, editado por Munilla Leria, que estudia hasta cuarenta, incluidos varios desaparecidos o demolidos, de los que ha quedado registro documental.

González-Varas hace una reconstrucción de estas cuatro decenas de conventos, en lo que quiere ser la visión más amplia de la vida conventual, una visión panorámica de toda la historia conventual de Toledo. Su trabajo es un estudio histórico de cada monasterio y orden, pero también urbanístico y arquitectónico de los conventos y su contribución a la ciudad, para terminar hablando de la configuración de cada una de estas 'ciudades interiores'. Otro capítulo es la reutilización  y cómo han ido variando los usos de estos espacios, hasta llegar a los actuales.

Primer estudio de 40 conventos y nueva perspectivaPrimer estudio de 40 conventos y nueva perspectivaEl catedrático utiliza mucha planimetría, comenzando por la vista panorámica de la ciudad en el XVIII de Arroyo Palomeque. Pero también, hace una reproducción, completa por primera vez, de los planos de Ibáñez Vivero de 1882, que reproduce la distribución interna de los conventos en cinco áreas funcionales, como son la litúrgica y religiosa, la zona común del gobierno del convento, los dormitorios, la zona de relación con el exterior, y los servicios. Así se conoce cómo funcionó aquella ciudad interior cuando estaban tan activas.

El estudio concluye con una ficha de cada uno de los 35 conventos que aún siguen en pie, con planimetría y una representación en perspectiva y aislados. De esta forma, se puede distinguir a vista de pájaro la vasta superficie de cada uno de los conventos.

En la trama toledana. Basta darse un pequeño paseo por una zona tan céntrica como Santo Tomé para encontrar varios espacios conventuales en diversas situaciones. Están San Antonio, todavía en funcionamiento; San Pedro Mártir y Madre de Dios, ahora Universidad; Santa Úrsula, cerrado recientemente y todavía sin destino claro; y el de la Santísima Trinidad, uno de los más antiguos de la ciudad, desaparecido, del que se conserva la iglesia como San Marcos, después de pasar un tiempo como cuartel, y parte de los cimientos en el Archivo Municipal. Sus dos portadas renacentistas se trasladaron a la Alhóndiga.

En el recorrido histórico por los monasterios de la ciudad, González-Varas explica que los masculinos, que se tuvieron que abandonar con la desamortización, fueron los que más padecieron el abandono y la demolición, los que más se han perdido. Recuerda el de los Mercedarios, situado donde hoy está la Diputación, en el que estuvo Tirso de Molina, «que era magnífico», así como el de Nuestra Señora de la Gracía de San Agustín, situado en el hoy IES Sefarad.

El libro permite seguir el proceso del surgimiento de estas comunidades, cómo se iban emplazando, y las áreas de distribución de la ciudad. González-Varas destaca, sobre todo, cómo los conventos se han ido insertando en una ciudad tan compleja como Toledo, «pero al mismo tiempo cómo los conventos han construido la ciudad». Por ejemplo, todos ellos configuraron en los siglos XVI y XVII, con sus iglesias,unas plazuelas o plazas en torno a sus portadas, que dan lugar a algunos de los espacios más bellos de Toledo, como Santa Clara o Santo Domingo el Real.