Fernando Adrián se redime entre la bravura de Santiago Domecq

Mario Gómez / LAS VENTAS
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El madrileño pasea dos orejas,que pudieron ser tres, de una extraordinaria corrida de Santiago Domecq. Álvaro Lorenzo estuvo muy firme con el peor lote y dio una vuelta al ruedo de mucho peso, quedándose a punto de cortar una oreja

Adrián paseó una oreja de cada uno de sus oponentes y se postula para torear en Beneficencia. - Foto: EFE/ Fernando Alvarado.

Eran las 21:30 horas cuando la furgoneta de Fernando Adrián remontaba la calle Alcalá dirección Manuel Becerra entre sonidos de claxon y gritos de torero. Tres minutos antes el diestro atravesaba el umbral de la Puerta Grande y se redimía de la tarde de su confirmación en la que no rodaron las cosas. FA cambiaba la moneda y quién sabe si su futuro, pero es cierto que lo que le depare el futuro en buena parte tendrá que ver con las decisiones que tome a partir de ahora para intentar no perderse ninguna feria cuando muchos carteles están más que hilvanados.

Todo ello en una tarde en la que el madrileño fue el nombre destacado pero donde el protagonismo sin duda fue para la ganadería de Santiago Domecq, un hierro poco predicado, quizá en parte por su bravura y carbón, pero que está en un extraordinario momento para propiciar triunfos.

Fernando Adrián sabe torear. Tiene valor y buen concepto y sabe que el año pasado tuvo un tren en el que no se montó. La de Santi Domecq era un cartucho válido con el que reconciliarse con Madrid y así lo entendió desde el saludo, los estatuarios iniciales del inicio de faena y los embroques encajados y los muletazos con gusto. Sin las cualidades del primero de la tarde, este segundo tuvo emoción y movilidad, aunque con nobleza, y perdonó los errores premiando los aciertos. Las bernardinas finales fueron de órdago y, a pesar de que la estocada viajó caída y atravesada, paseó una oreja.

El quinto no se definía y a Adrián no le importó para echarse de rodillas y sacárselo por la espalda y recetar seis muletazos de órdago. Crujió Madrid al natural y luego se la echó a la derecha y lo cuajó también. Los remates eran una locura y Madrid rota con el madrileño. Faena medida, de justa medida y de paladeo exquisito que abrochó con doblones por bajo encajado y exponiendo. Perdió el triunfo mayor al irse al sótano la espada quedándose enebrada en la piel. Se tiró de nuevo a matar o morir, y mató al toro, y sumó otro trofeo que le hizo salir en hombros de Madrid y debiera valerle catapultarse a todas las ferias. Hasta de bravo fue la muerte del toro, que se la aguantó dando más heroísmo a la faena. Para 'Contento' fue el honor de la póstuma vuelta al ruedo'.

El sexto pareció más escurrido, y Curro Javier sobresalió con el capote. Lidia excelsa en la que el público se puso de su lado, y por la que saludó. Raúl Ruiz dejó dos buenos pares. sobre todo el segundo e hizo lo mismo que su compañero, y a Lorenzo le quedó la papeleta de resolver con la pañosa. Le esperó en los medios. Con la muleta en la izquierda, fue y vino, y a la que vino, el toledano pivotó sobre el pitón, y a pesar de calar, Lorenzo continuó sin mirarse. De nuevo a la cara del toro, y ahora por el lado derecho. Ahora mucho más cruzado, más encajado y más en Lorenzo. Lástima que este no era el otro, ni el otro, ni ninguno de los cinco buenos de Santiago Domecq. A pesar de ello Lorenzo sacó agua de un pozo en el que tuvo que empujar las embestidas impregnándolas de gusto, entre los vítores al ganadero. Logró redondear más allá de la cadera y el público se lo reconoció, hasta el punto de bordear la oreja, que no amarró con una gran estocada. Peleador era el garbanzo gris de una extraordinaria corrida, y sirvió para mostrar que Lorenzo, cuando se arrea, tiene mucho que decir.

El tercero se tapaba mucho por la cara, y lo hizo peor en los primeros tercios, si bien Saldívar no quiso dejarse nada en un quite más vistoso que efectivo. Lorenzo empezó armonioso, con gusto, y sabiendo que había que apostar y llevar por bajo. Quiso llevarlo lejos, pero pecó de rectilíneo y falta de ajuste. Sometió con oficio, pero el encaje y acople de otras tardes no estuvo presente, a pesar de imprimir personalidad en los remates. Lo mejor llegó en el epílogo, con un animal muy agotado y un Lorenzo más cómodo. Silencio.

Arturo Saldívar estuvo en novillero en su primero. No sólo por las ganas, sino por los errores que pudieron costarle un serio percance al no tocar con fuerza para hacer el quite, y en un inicio de faena de rodillas en los medios, sacándoselo por la espalda y toreando ayudado a dos manos. El de Santi Domecq era bravo, y en eso sí estuvo acertado el azteca, en darle los medios y tirar de las embestidas. Sin demasiado ajuste pero con gusto y llevando largo. Quizá esa impaciencia le hizo quedarse descubierto muchas ocasiones y resultar prendido. El toro se ralentizaba por momentos, y Saldívar pronto se fue por la tizona. Desplantes innecesarios a un toro bravo que sobrepasó al torero y se fue sin torear. Estocada trasera y caída a un animal que mereció otra muerte, otra lidia, otros terrenos y otro torero.

El cuarto no se tapaba por ningún sitio, y fue protestado, con razón. Las protestas a destiempo de habitualmente desdibujan las que son razonadas. Los primeros tercios pasaron ágiles, y se agradeció, y tras un inicio de faena asentado, Saldívar optó por los medios cuando más viento hizo. Ahí se desdibujó ante unas embestidas codiciosas, ante lo que solo pudo acompañar y vaciar por alto o cortando las tandas cuando se vio desbordado. Gran toro y torero digno que dejó momentos notables. Ovación a un bravo toro y duro silencio para un torero que tuvo lote para mucho mucho más.

PARTE MÉDICO DE ÁLVARO LORENZO: 'Herida por asta de toro en tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 15 cm. que produce destrozos en musculatura aductora. Herida de 4 centímetros en región submentoniana. Bajo anestesia local y sedación es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros y es trasladado a la Clínica Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico reservado. Firmado: Doctor Máximo García Padrós y Doctor Máximo García Leirado'.

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