Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Sí, pero…

12/12/2023

De unos años a esta parte ha desaparecido cualquier atisbo de cortesía parlamentaria, el respeto al oponente o simplemente la buena educación y los modales, sustituidos por el insulto, la deslegitimación y las formas desabridas en el trato con el adversario político.  Ejemplos los hay de todos los partidos políticos, desde que Pedro Sánchez no felicite a Alberto Núñez Feijóo como vencedor de las elecciones del pasado 23-J aunque luego no pudiera formar gobierno, a la condena por las palabras del líder de Vox en Argentina sobre colgar por los pies a Pedro Sánchez o la congratulación por el nombramiento de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño como presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Ningún líder político está dispuesto a bajar el tono de la crispación política y a dejar pasar la oportunidad de recriminar al oponente.

Las palabras de Abascal, en una entrevista en el diario argentino "Clarín", que llaman a la violencia contra Pedro Sánchez, como denuncia el PSOE, de quien vaticina que "habrá un momento dado que el pueblo querrá colgarlo por los pies" y en la que califica al resto de los miembros del Gobierno como "zurdos de mierda", descalificadas por los aludidos, merecían algo más que una recriminación y condena por parte del Partido Popular que la hizo en dos tiempos. En el primero afirmó que no compartían las palabras de Abascal que eran "presuntas ofensas" que servían al PSOE para "victimizarse" y lanzar una cortina de humo sobre la toma en consideración de la ley de amnistía el martes en el Congreso. El líder del PP, si fue, en el segundo tiempo, más contundente en la "condena" de lo dicho por el presidente del partido de ultraderecha, consciente de la gravedad de esas afirmaciones, pero se sumó a que se trata de una polémica artificial y la condena quedó muy matizada cuando afirmó que "Esta es la estrategia diseñada por el PSOE y por el señor Sánchez, que parece ser, le viene bien al señor Abascal". Una forma de disparar en todos los sentidos, de tratar de segar la hierba bajo los pies a Vox, un partido al que le ocurre, respecto al PP, lo mismo que a Podemos con Sumar y el Gobierno, que son votos cautivos, porque no se les visualiza votando con los partidos situados al otro lado del malhadado muro y por el momento no hace creíble la posibilidad de que se quiebre la simbiosis PP-Vox.

La felicitación del PP a Nadia Calviño, por el ascenso y su vuelta a la Unión Europea al frente del BEI, sonó más a condolencia y reprobación que a un motivo de satisfacción por cuanto supone un aumento el peso político de España en las instituciones comunitarias. Las críticas a la gestión de la vicepresidenta vienen con argumentos reiterados, pese a que algunos de ellos -campeones del paro europeo- son así desde hace lustros, incluso con el PP en el Gobierno, o las críticas a las reformas emprendidas pese a que han permitido que España reciba en su momento los fondos europeos Next Generation, que se redujera la inflación a mayor ritmo que los socios europeos y que el escudo social permitiera una salida de la crisis pandémica bien distinta a la de la crisis financiera. Ni tan siquiera le reconocen las decisiones que le valieron las críticas de Sumar por haber hecho de dique de contención de otras medidas económicas progresistas.