Los abuelos rockeros de El Toboso

Jorge Fraguas / Toledo
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El vídeo promocional del festival de música rock Zeporock que se celebra el mes que viene en El Toboso está dando la vuelta al mundo. Sus tres protagonistas, Luis, Timoteo y Manuel, están encantados. Y sus vecinos más.

«La otra noche me tiré con unos que estaban tocando de una orquesta hasta las cuatro de la mañana, y ya porque los nietos: ‘qué haces, a tus años...’, si no, hasta salir el sol... Estuve bailando todas las piezas, duro que te pego. Lié la revolución con la juventud». Es Luis Leo, y con este espíritu, pese a los 79 años que tiene que hacer el próximo día 29, no es de extrañar que dijera sí sin pensarlo a la propuesta que le hicieron los organizadores del festival de rock Zeporock, que se celebrará el 11 de junio en El Toboso, de grabar un vídeo para promocionar esta propuesta musical y que se ha convertido en viral gracias, una vez más, a las redes sociales.

«En el pueblo están todos que... madre mía», dice Luis, un hombre curtido en 1.000 batallas que a sus cerca de 80 años es ya todo un personaje en su municipio, donde arrancaba su vida laboral con apenas ocho años haciendo de pastor de ovejas. De ahí a las viñas, el escenario del vídeo del Zeporock, donde «hice más hoyos que un tonto», y luego a Madrid, donde trabajó en una vaquería.

Tiene cuatro hijos y un total de ocho nietos que están viendo como su padre y abuelo ha pasado al mundo del ‘famoseo’ casi por ensalmo. «Están muy orgullosos y muy contentos; les gusta el vídeo», comenta Luis, quien reconoce que la grabación resultó divertida, por lo que está dispuesto a repetir para la próxima edición. «Si el año que viene se ve que se puede hacer una cosa que esté bien y que agrade, lo haré. Nunca en la vida iba a imaginar yo estas cosas. Voy por todos lados y la gente ‘ey chico, ahora estás en esto...’; digo: pues sí, con unos amigos que han querido que salga».

El mayor del grupo de tres es Timoteo Ortega, aunque realmente nadie diría que tiene 86 años. Los lleva con mucha dignidad, convencido de que es su espíritu juvenil el que le permite seguir cogiendo su coche, y el tractor con el que aparece en el vídeo. Tanto es así que «ayer me aré 4.000 o 5.000 cepas», comenta entre risas.

«Me gusta mucho la alegría, y como está mi sobrino -es uno de los miembros de la asociación que organiza el festival-, me lo dijeron y con mucho gusto lo hice». Reconoce que los achaques de la edad están ahí, pues son cerca de 90 los años que pesan sobre su espalda, «pero me defiendo bien con las cosas. Tengo cosillas en el cuerpo, de la edad, pero las voy dominando bien», asegura, al tiempo que agrega, en relación con el vídeo, que «yo no pensaba que íbamos a llegar a estos extremos».

«Me decían que dónde me había metido, pero, oye, han venido y me han pedido el favor, y a mí me gusta mucho la alegría, de toda la vida», manifiesta Ortega, que presume de haber sido un gran tractorista. «Toda mi vida ha sido el campo, en El Toboso. He estado en una casa 12 años y en otra 19... Que pregunten a todos a ver si ha habido alguna falta, que yo creo que no», apunta.

De cara a una próxima participación ya convertido en ‘estrella’ para la promoción del Zeporock el año que viene... «ya son muchos años, pero si llegamos al año que viene y estoy en este plan, por qué no», no en vano «da gusto que en el pueblo se vean las cosas que han pasado, pero también las cosas de la juventud y las cosas conforme están».

El tercero en discordia es Manuel Carrasco, que, además, es el benjamín con sus 76 años. Propietario de una barbería, más que vintage,  que es uno de los escenarios donde se desarrolló la grabación del vídeo promocional, reconoce que la experiencia ha sido «bonita», sobre todo porque se ha hecho con «ilusión».

«Nosotros estamos contentos y los ‘jefes’ también. Basta que son del pueblo y amigos de mi hijo para que no lo dudara», apunta este vecino que apenas arrancó a andar comenzó a dar brochazos en las barbas de los clientes de su padre, quien regentó toda la vida esta barbería que, junto con estos tres ‘mosqueteros’, ya forma parte del paisaje toboseño.

Aunque en su caso ha sido Madrid la ciudad en la que ha pasado buena parte de su vida, donde también trabajó en una peluquería después de licenciarse del servicio militar. Y como la cabra tira para el monte, o en ese caso para la viña, pese a estar jubilado acude cada día a la barbería, donde pasa el rato. «Si viene alguien, le arreglo y si no, pues nada, pero el día que no vengo parece que me falta algo».

También está animado a participar el año que viene si así se lo proponen, eso sí, como buena estrella audiovisual, ya cuenta con algunos requisitos: «tiene que ser por aquí, por el pueblo, que sea una cosa cómoda, como esta vez». Eso de conquistar otros mercados fuera de las fronteras de la comarca manchega... no le termina de convencer.

Son vecinos normales, como tantos otros abuelos que pasean por las calles de los pueblos toledanos, pero han tenido la suerte de participar en una iniciativa que ha hecho que miles de personas hayan visto sus rostros y, sobre todo, su actitud desenfadada que da muestras de que igual que el hábito no hace al monje, la edad biológica no limita al hombre. Querer es poder y ellos quieren. Son ‘ceporros’, y a mucha honra.