Es un Cristo toledano de leyenda. El Cristo de la Vega, que sirvió de inspiración a José Zorrilla para escribir 'A buen juez, mejor testigo', ha sido el encargado de inaugurar la madrugá toledana, una vez que la Cofradía del Amparo se recogía en la Catedral.
A la llegada de la talla a la puerta de Reyes de la Primada, un coro de seminaristas, bajo la atenta mirada del obispo auxiliar, César García Magán, entonaron un motete, que durante algunos minutos enmudeció a la banda de tambores y cornetas que acompañaron al paso de vuelta a la Basílica del Santo Cristo de la Vega, su sede canónica.
Como diría el poeta griego Kavafis, el destino no es lo que importa, lo que trasciende el camino y éste a veces es tortuoso para esta Hermandad que data del siglo XVII. Un claro ejemplo es la Cuesta de los Carmelitas Descalzos, donde cargadores, cofrades y espectadores contienen la respiración dada la dificultad que entraña portar el paso por una calle tan angosta y llena de 'trampas' como faroles y balcones. Es precisamente aquí donde la pericia del capataz y de los 18 cargadores que llevan el paso, en las zonas más complicadas casi a pulso, se pone a prueba. Y en esta ocasión la han superado con nota dado los aplausos del público. Los redobles de tambor también contribuyen a dibujar una atmósfera de tensión que no hace más que engrandecer la procesión de este Cristo expirado al que se le notan todas las costillas.
Superado el tramo más complicado el Cristo de la Vega llegó a la plaza, pero pasó de largo. Aunque había expectación, un año más, y van cuatro, no se produjo el encuentro con la Virgen del Carmen, como sí señalaba el programa oficial. A los dos años en los que procesiones estuvieron suspendidas por la pandemia, hay que sumar el año pasado, cuando un brote de Covid en el convento impidió la ansiada estampa. En este ocasión, las explicaciones han brillado por su ausencia.
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Con quien sí se encontró el Cristo de la Vega fue con el Redentor, que le esperó en el pórtico del convento de Santa Domingo el Real. A su llegada, una presentación del Capítulo de Caballeros del Redentor entonó el Miserere. Con anterioridad, los hermanos mayores de ambas cofradías se intercambiaron ramos de flores. De ahí la procesión ya enfiló hasta la Puerta del Cambrón, donde cruzó la muralla para dirigirse a la Basílica atravesando el puente en forma de zig-zag de la Bajada de la Cava.