Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Asalto a los molinos de Cebolla

18/10/2023

Bien entrada la noche del día 13 del mes de octubre de 1885, diez hombres enmascarados y armados asaltan Los Molinos del Tajo de Cebolla, a unos dos kilómetros del pueblo, en el paraje de Los Esparragales. En una habitación fueron encerrando a todos los criados de la hacienda y a los lugareños que estaban en aquel momento moliendo sus cereales. Les explican que nada han de temer si no tratan de escapar ni arman bulla. Ellos no son el objetivo. Pero que a aquel que abra la puerta y salga lo matarán en el acto.
Sacan de la cama al arrendatario de la industria, Domingo Gómez, lo amarran y le exponen la situación: han colocado dinamita en los cuatro costados del edificio, en caso de que no les dé todo el dinero que tiene y las alhajas, lo volarán con todos dentro. El molinero valiente se resiste, alega que solo tiene quinientas pesetas, se las entrega con algunas piezas de plata y adornos de oro de su mujer. Los asaltantes le presionan, saben que debe tener escondido mucho más dinero. Revuelven todas las habitaciones, pero no encuentran nada.
Uno de los enmascarados, el que parece el cabecilla, se acerca a Domingo Gómez y le susurra al oído:
-Bien, tú ganas. Nos vamos… Pero antes de volar el edifico verás como tu mujer se ahoga en el río.
Los sacan a los dos al exterior y cuando hacen el ademán de tirarla al Tajo el hombre se derrumba. Dice donde guarda más de doce mil pesetas.
Para celebrar que todo «ha terminado bien» los salteadores piden para cada uno un cigarro puro y copas de aguardiente. Fuman los puros con tranquilidad, apuran las copas y a las tres horas de haber entrado abandona la partida Los Molinos.
Cuando dan la noticia del asalto en Cebolla, da la casualidad de que ha llegado al pueblo esa misma noche el comandante del puesto de la Guardia Civil de Navamorcuende, Antonio Saco Taboada, con veinticinco guardias destacados especialmente contra el bandolerismo de la zona y de inmediato empiezan con la investigación y la persecución. La partida trata de internarse en la Sierra de San Vicente para desde allí pasar a Gredos. A los tres días de seguimiento capturan a los diez y entregan en el juzgado de instrucción de Talavera con todas las armas que poseían, el dinero y los demás objetos robados. Siete son vecinos de Lucillos y tres de Cebolla.