Una fiesta sin fin en el Alfonso Viller

J. M. Loeches
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Cerca de cinco mil personas se volcaron con el CD Quintanar en su derrota copera frente al Sevilla FC

Quintanar de la Orden llevaba más de un mes preparando este partido, pero, cuando llegó el día de verdad, se echó a la calle para disfrutar de la fiesta. Desde primera hora, se empezó a preparar la zona fan que estaba instalada en la Sociedad Cooperativa Nuestra Señora de la Piedad. Allí se reunió la afición toledana para pasar la mañana y esperar después a sus jugadores.

A cuentagotas, se fueron llenando los cerca de 5.000 asientos preparados para esta primera eliminatoria de la Copa del Rey. Con el calentamiento, subieron los decibelios. Y con la salida del Sevilla FC, los pitos. Todos se fueron acomodando para agitar las bufandas al viento (que lo hizo) con la sintonía de la Real Federación Española de Fútbol.

La salida al campo de los dos equipos era una realidad, con el balón de la Copa en medio, con el arco triunfal de esta competición mágica que iba a llenar por una tarde de ilusión la localidad toledana.

Los jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionadosLos jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionados - Foto: FFCM

El equipo de Diego Alonso monopolizó el balón como se esperaba, pero eso a la gente le dio igual. Celebró cualquier despeje, cualquier pase, cualquier recuperación y, por supuesto, cualquier disparo. Pidió penalti por derribo sobre Ángel Contento con todas las ganas del mundo, y vibró después con el cabezazo de Christian en un saque de esquina que se fue por encima del larguero.

El resultado ya era 0-1. Solo se pudo aguantar veinte minutos. Heroico. Desde luego. Sobre todo, porque a los jugadores del CD Quintanar se les notaba nerviosos. Demasiada gente. Todo fuera del contexto habitual de los domingos en su Primera Preferente. Pero a la grada le dio tiempo para ser ingeniosa con el cántico: "Musho Betis, musho Betis, eh, eh".

Durante diez minutos se sobrecogieron con varias ocasiones de su equipo, el de la franja roja. Sin embargo, al contragolpe, el Sevilla FC fue demasiado certero. Y marcó el segundo. Quedaba poco para el descanso, así que había que seguir peleando. La misión ahora podía ser la de marcar un gol para meter un poco de miedo. Qué menos.

Los jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionadosLos jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionados - Foto: FFCM

La segunda mitad arrancó calmada. La gente se fue animando con alguna jugada polémica, como el encontronazo entre Santi Núñez y Badé en un saque de esquina. Por lo demás, con media hora todavía por delante, solo se podía desear que no llegaran más goles. Ese sería el triunfo. Todavía se pudo incluso celebrar un gol. Era pedir demasiado. El Sevilla no estaba por la labor de despistarse.  

La recta final decayó bastante. El espíritu festivo seguía vivo, sobre todo para el fondo donde se encontraba el Frente Pitorra. El resto bajó sus pulsaciones porque no había nada que llevarse a la boca. Ni de un lado ni de otro. Pero se hizo la ola. El Alfonso Viller estaba de celebración, sin importar el resultado, como dice la canción popular.

No cesaron de cantar. No dejaron de animar. No dejaron de apoyar a su equipo. Porque uno es del CD Quintanar siempre, cuando se gana y cuando se pierde. Y este 1 de noviembre de 2023 será motivo de orgullo durante muchos, muchos, demasiados, años. Se tardará en olvidar la tarde, por eso la gente aplaudió a su plantilla al acabar, hasta dejarse las manos rojas. La plantilla dio la vuelta al campo. Como los toreros.

Los jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionadosLos jugadores reconocieron el apoyo de sus aficionados - Foto: FFCM

Quintanar de la Orden llevaba más de un mes preparando este partido, pero, cuando llegó el día de verdad, se echó a la calle para disfrutar de la fiesta. Desde primera hora, se empezó a preparar la zona fan que estaba instalada en la Sociedad Cooperativa Nuestra Señora de la Piedad. Allí se reunió la afición toledana para pasar la mañana y esperar después a sus jugadores.

A cuentagotas, se fueron llenando los cerca de 5.000 asientos preparados para esta primera eliminatoria de la Copa del Rey. Con el calentamiento, subieron los decibelios. Y con la salida del Sevilla FC, los pitos. Todos se fueron acomodando para agitar las bufandas al viento (que lo hizo) con la sintonía de la Real Federación Española de Fútbol.

La salida al campo de los dos equipos era una realidad, con el balón de la Copa en medio, con el arco triunfal de esta competición mágica que iba a llenar por una tarde de ilusión la localidad toledana.

El equipo de Diego Alonso monopolizó el balón como se esperaba, pero eso a la gente le dio igual. Celebró cualquier despeje, cualquier pase, cualquier recuperación y, por supuesto, cualquier disparo. Pidió penalti por derribo sobre Ángel Contento con todas las ganas del mundo, y vibró después con el cabezazo de Christian en un saque de esquina que se fue por encima del larguero.

El resultado ya era 0-1. Solo se pudo aguantar veinte minutos. Heroico. Desde luego. Sobre todo, porque a los jugadores del CD Quintanar se les notaba nerviosos. Demasiada gente. Todo fuera del contexto habitual de los domingos en su Primera Preferente. Pero a la grada le dio tiempo para ser ingeniosa con el cántico: "Musho Betis, musho Betis, eh, eh".

Durante diez minutos se sobrecogieron con varias ocasiones de su equipo, el de la franja roja. Sin embargo, al contragolpe, el Sevilla FC fue demasiado certero. Y marcó el segundo. Quedaba poco para el descanso, así que había que seguir peleando. La misión ahora podía ser la de marcar un gol para meter un poco de miedo. Qué menos.

La segunda mitad arrancó calmada. La gente se fue animando con alguna jugada polémica, como el encontronazo entre Santi Núñez y Badé en un saque de esquina. Por lo demás, con media hora todavía por delante, solo se podía desear que no llegaran más goles. Ese sería el triunfo. Todavía se pudo incluso celebrar un gol. Era pedir demasiado. El Sevilla no estaba por la labor de despistarse.  

La recta final decayó bastante. El espíritu festivo seguía vivo, sobre todo para el fondo donde se encontraba el Frente Pitorra. El resto bajó sus pulsaciones porque no había nada que llevarse a la boca. Ni de un lado ni de otro. Pero se hizo la ola. El Alfonso Viller estaba de celebración, sin importar el resultado, como dice la canción popular.

No cesaron de cantar. No dejaron de animar. No dejaron de apoyar a su equipo. Porque uno es del CD Quintanar siempre, cuando se gana y cuando se pierde. Y este 1 de noviembre de 2023 será motivo de orgullo durante muchos, muchos, demasiados, años. Se tardará en olvidar la tarde, por eso la gente aplaudió a su plantilla al acabar, hasta dejarse las manos rojas. La plantilla dio la vuelta al campo. Como los toreros.