El secretario general de la Conferencia Episcopal Española y obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, reclamó el pasado viernes que «nadie utilice a la Iglesia como moneda de cambio o arma arrojadiza» en los debates previos a las elecciones y ha insistido en que «la Iglesia no tiene ningún partido político y ningún partido es el partido de la Iglesia».

«Lo reitero, lo confirmo y lo reafirmo», subrayó en la rueda de prensa en la que ha presentado las conclusiones de la Asamblea plenaria de los obispos, celebrada esta semana.

García Magán reivindicó la doctrina social de la Iglesia y señaló la existencia de partidos políticos que se acercan más a ella en unas cuestiones y otros, en otras.

En ese contexto, animó a los fieles laicos a hacer un juicio práctico y les ha exhortado a analizar los distintos programas electorales, realizar un análisis crítico y tomar una decisión en conciencia, sin dejarse llevar por las propagandas.

Lo que tenía que decir la Iglesia, añadió, lo plasmó en el documento de trabajo pastoral sobre persona, familia y sociedad y en algunas diócesis los obispos están manteniendo encuentros con políticos de distinto sigo para presentárselo.

En la Archidiócesis de Toledo, donde él es obispo auxiliar, invitaron a todo el arco parlamentario y acudieron «casi todos», apuntó.

Además, García Magán lamentó el aval del Tribunal Constitucional a la ley Celaá, que prohíbe que los centros privados reciban fondos públicos si separan por sexo, y resaltó que «las sentencias hay que acatarlas, pero uno no está obligado a compartirlas».

Sobre el recurso contra esta disposición presentado por Vox y desestimado por el Constitucional, una alegación tanto contra la prohibición de que los centros privados reciban fondos públicos si separan por sexo como frente a la ausencia de mención a la religión como asignatura en el currículo educativo, el arzobispo auxiliar de Toledo recordó que la Constitución consagra el derecho fundamental de los padres a elegir la educación de sus hijos y, entre las opciones, está la de centros educativos de orientación religiosa y y defendió un modelo «vigente en otros países» y que -ha asegurado- está «comprobado que tiene eficacias pedagógicas».