La provincia acumula 1.613 fallecidos por suicidio desde 1980

Á. de la Paz
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La mortalidad por esta causa se eleva en los registros más recientes: en 2014 y 2017 se superaron las 60 víctimas mortales frente a la veintena que anualmente se contabilizaba durante la década de los ochenta

Desde 2021 se registra un suicidio en la provinvia cada sesis días - Foto: Rubén Serrallé

La evolución de la cifra anual de decesos por suicidio en la provincia de Toledo muestra una preocupante tendencia al alza. Durante 2021, último año del que se tienen registros completos, un total de 58 toledanos fenecieron por esta causa. En los recientes 2014 y 2017 la mortalidad fue aún mayor, con 62 y 61 víctimas respectivamente. Respecto a la década de los ochenta del siglo pasado, la escalada de óbitos relacionados con el acto deliberado de quitarse la vida resulta significativa. En 1980 fueron 17 los residentes en la provincia quienes desaparecieron bajo tales circunstancias; en 1982 o 1985, las pérdidas fueron de 21 y 26 individuos cada año.

La provincia de Toledo ha lamentado 1.613 víctimas por suicidio desde 1980, fecha en la que comenzó el registro de mortalidad por esta causa. En dicho periodo se estiman unos 38 fallecimientos de media al año en el territorio, aunque su distribución a lo largo del tiempo resulta desigual: hay más suicidios en los primeros años del siglo XXI que en la etapa final de la centuria anterior, pese a tratarse de dos periodos de una duración similar. Las cifras han tendido a oscilar, con repuntes y caídas, aunque la fotografía de fondo muestra una consolidada -y preocupante- trayectoria ascendente.

A partir de los datos de 2021, cada seis días aproximadamente se registra un suicidio en la provincia. Si se toma el total de muertos contabilizados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde hace más de cuatro décadas, el vacío que dejan las víctimas equivaldría a la desaparición de municipios toledanos como Quismondo, El Toboso o Alcaudete de la Jara (cuyos censos acumulan 1.673, 1.663 y 1.614 vecinos respectivamente). 

El incremento en el volumen de suicidios apunta al deterioro de la salud mental como razón transversal desencadenante de buena parte de estos casos fatales. La depresión, en sus estadios más severos, emerge como una enfermedad de difícil tratamiento. Asimismo, la subida en el número de fallecidos va acompañada de un repunte de tentativas no consumadas, una conducta de riesgo creciente entre los más jóvenes. 

La Fundación ANAR, enfocada en la protección de la infancia y la adolescencia, ha venido alertando de un repunte autolesivo que se ha hecho más profundo tras la pandemia. La administración regional, por su parte, ofrece una Estrategia de prevención del suicidio dentro del Plan de Salud Mental 2018-2025 enfocada, principalmente, al entorno escolar. Diferentes asociaciones y colectivos relacionados con el ámbito psicológico ofrecen servicios de apoyo y acompañamiento, entre otros, el teléfono de la esperanza (925 23 95 25, en la provincia de Toledo).

OTRAS CAUSAS DE MORTALIDAD. Entre las conocidas como causas externas de mortalidad, aquellas que no están determinadas por una dolencia orgánica, destaca la reducción en el número de víctimas de accidente de tráfico. Los 95 toledanos fallecidos en la carretera durante 1991 supusieron la cota más elevada de siniestralidad por esta razón; la suma de perecidos en accidentes de circulación en los años 2019, 2020 y 2021 fue de 88.

El refuerzo de la seguridad vial, la efectividad de las campañas de concienciación, la mejora de la seguridad de vías y vehículos, la introducción del carné por puntos o la persecución tanto de la velocidad como del consumo de alcohol y drogas (además de la coyuntura favorable por los efectos del confinamiento durante la pandemia) explican el pronunciado -y satisfactorio- descenso en esta luctuosa estadística.

Desde 1980, los accidentes de tráfico han segado 2.587 vidas entre la población toledana. Sin embargo, desde 2010, la provincia ha registrado una mortalidad mayor por suicidio que por fallas en la seguridad vial. En estos doce años, se contabilizan 582 defunciones por lesiones autoinfligidas frente a las 390 relacionadas con el tráfico rodado. Mientras que la carretera tiende a disminuir su potencial como espacio de riesgo, el suicidio se destapa como la gran preocupación colectiva para las próximas décadas. 

Por otra parte, los fallecimientos por caídas accidentales suben. Este tipo de sucesos han ido creciendo conforme aumentaba la longevidad de la población. Establecer una relación entre la proporción de mayores -cada vez más amplia- y las cifras expansivas de víctimas por tal causa parece razonable. Entre 1980 y 2021 han sido 1.224 los toledanos que han desaparecido por estos percances. La evolución de estos decesos experimentó un aparatoso despegue entre 2009 y 2011: de ocho víctimas mortales hasta 75. El peor registro se alcanzó en 2020, con 94 difuntos.