De la bandera LGTBI+ a la DANA: cien intensos días de Gobierno

Á. de la Paz
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El inicio de legislatura del nuevo Ejecutivo de PP y Vox en Toledo exhibe a un equipo sin disonancias públicas en un periodo marcado por la sucesión de grandes acontecimientos y las polémicas culturales

Carlos Velázquez asumió el bastón de mando municipal el pasado 17 de junio. - Foto: Yolanda Lancha

Carlos Velázquez presentará hoy ante los medios de comunicación el balance de sus primeros cien días al frente del Ayuntamiento de Toledo. La hoja de servicios del bipartito en el primer trimestre de mandato, periodo encajado en un verano electoral, se salda con más actividad de la que cabría haber supuesto para tan corto -y habitualmente, menos prolífico en acontecimientos- espacio de tiempo.

El nuevo equipo de Gobierno se estructura alrededor de los nueve ediles del PP y los cuatro representantes de Vox. La cohabitación entre ambos partidos no ha generado, hasta la fecha, ninguna disonancia externa, aunque dentro se hayan producido algunos choques, la mayoría provocados por la visibilidad de los concejales de Vox. De momento, hay un mismo mensaje y la coalición no muestra fisuras, pero la presencia mediática -y, por ende, el grado de conocimiento ciudadano- es menor entre la parte de Vox que en la popular.

El Ayuntamiento presume de buena gestión. El incendio forestal en el Valle, durante la tarde del 10 de julio, fue atajado por la rápida y eficaz actuación de los bomberos del cuerpo municipal que evitó males mayores. Ninguno de los edificios próximos al foco, entre otros la ermita, resultaron afectados.

Más destrozos causó la gran tormenta que asoló el centro peninsular durante el primer fin de semana de septiembre. El daño en la ciudad fue aún mayor que el de la DANA de 2021. Medio millar largo de empresas del Polígono quedaron anegadas por el lodazal y buena parte de la flota de autobuses del servicio de transporte municipal, inutilizada por el barro acumulado en su base. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, cedió quince vehículos, lo que facilitó la recuperación gradual de la movilidad. Velázquez y los suyos se apuntaron un tanto político ante la rápida respuesta brindada desde la capital de España. Los colegios pudieron reabrir sus puertas el 11 de septiembre, fecha del inicio del curso escolar, y fueron las vías de ferrocarril y la N-400, ambas de titularidad estatal, las protagonistas de los peores perjuicios para los ciudadanos. Más allá del vídeo de los adoquines, con el alcalde retirándolos bajo el aguacero, la actuación municipal no mereció otra crítica que la de la necesidad, también advertida por el mismo Ejecutivo, de reforzar los protocolos ante la reiteración de eventos climatológicos extremos. 

El fallecimiento de Federico Martín Bahamontes el 8 de agosto devolvió a la ciudad a la primera línea informativa. La decisión de instalar la capilla ardiente del ciclista en la sala capitular constituyó una distinción sin precedente en la ciudad. El Ayuntamiento impulsó un doble homenaje institucional y popular a su gran campeón. En una declaración solemne, Velázquez decretó dos días de luto oficial. El alcalde y varios concejales recibieron al coche fúnebre en la Puerta de Bisagra; posteriormente, el cuerpo sin vida del primer ganador del Tour de Francia realizó el mismo recorrido que le jalonó en sus días de gloria. El Consistorio, además, solicitó al arzobispado que la misa corpore insepulto se celebrase en la catedral y Francisco Cerro Chaves presidió el oficio. La administración municipal brindó honores suficientes al último gran icono del Toledo contemporáneo.

Otro gran evento que proyectó al Gobierno recién estrenado fue la doble cumbre de ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores de la Unión Europea que se celebró a finales del mes de agosto. El cónclave, preparado para Milagros Tolón desde Moncloa por el semestre de presidencia española en Europa, fue aprovechado por quienes la remplazaron al frente del Consistorio. La estancia de los representantes de los Estados miembros en Toledo dejó una ciudad blindada y el buen sabor de boca de las delegaciones participantes.

La relación entre Ayuntamiento y Junta de Castilla-La Mancha parece avanzar en buena dirección pese al diferente color de ambas administraciones. Emiliano García-Page y Velázquez han mostrado cordialidad y voluntad de entendimiento en las ocasiones en que se han encontrado, también en la reunión institucional del 8 de septiembre en el Palacio de Fuensalida.

El cierre de dos vertidos contaminantes en el río Tajo y la prueba piloto contra el bolseo son dos compromisos electorales satisfechos.

polémicas. La bandera arcoíris de la diversidad sexual protagonizó en los días inmediatamente posteriores a la toma de posesión la primera gran polémica que el bipartito hubo de encarar. Pese a las presiones, la enseña multicolor no lució en la fachada de la casa consistorial por primera vez desde 2016. Desde el Ayuntamiento se adujo a la falta de consenso entre socios como razón de la ausencia. Durante la posterior manifestación del Orgullo se corearon cánticos contra el Ejecutivo. «Partido Popular, Partido Popular, estas no son formas de empezar a gobernar», gritaron los asistentes a una marcha en la que no hubo representantes de la coalición de Gobierno, pero sí una nutrida presencia de concejales de la izquierda. Entre aquellos tampoco compareció Tolón, quien desde su adiós al bastón de mando ha tendido a evitar actos municipales. En cualquier caso, la ausente exalcaldesa, elegida diputada en el Congreso de los Diputados en las elecciones generales de julio, sigue dirigiendo a una oposición que no ha dado tregua.

La gestión del ocio en la iglesia desacralizada de San Vicente motivó otra de las controversias que han rodeado los primeros días de la nueva Administración. Ayuntamiento y Círculo de Arte, la sociedad que ha regido el espacio desde su inauguración -y con cuyo nombre se le conoce-, se enfrentaron por un desistimiento que negaba la continuidad de la entidad cultural -la única que se postuló al concurso- en los siguientes cinco años. La concesión de una prórroga por un año solventó el asunto, aunque algunos ediles fueron tildados de «talibanes»por la asociación afectada.

La parcela cultural provocó otro incidente cuyo eco saltó más allá de la ciudad. La cancelación de la obra de teatro La infamia, de la mexicana Lydia Cacho, fue considerada como un acto de «censura» por parte de la oposición. El bipartito retiró la exhibición, prevista para el mes de diciembre, señalando su alto coste. Los concejales de la izquierda refirieron un «ataque a la libertad de expresión» y defendieron el valor de una obra que aborda la violencia de género.

Las fiestas de agosto confrontaron a los gobiernos entrante y saliente. PP y Vox cifraron en 85 euros el presupuesto disponible para la organización de la programación, una cantidad que los socialistas propusieron aumentar con una modificación de crédito. Se elaboró una propuesta más corta y sin grandes reclamos, una oferta que contó con una participación vecinal discreta en una cita festiva que, al coincidir con un periodo vacacional, ha tendido a concitar una concurrencia menguante en los últimos años. La actuación de Nancys Rubias, de una hora escasa, llegó marcada por la exhibición -en los días previos a su show en Toledo- de una camiseta con el eslogan de «una, grande y libre» por parte de su cantante, Mario Vaquerizo.

El enfrentamiento con los socialistas se recrudeció cuando se conoció una sentencia favorable a Tagus, empresa concesionaria del agua corriente en la ciudad, que obligará a incrementar el precio que los toledanos pagan por esta prestación. El bipartito acusa al Gobierno de Tolón de «dejadez» por no haber aplicado una actualización que debería haberse acometido en 2018.

Además, Toledo y la vecina Olías del Rey, gobernada por la socialista Charo Navas, se han enfrentado por dos asuntos diferentes pero motivados por una misma razón: la prestación de servicios en zonas linderas. El mercadillo y la recogida de basuras en El Beato han elevado la tensión entre ambos ayuntamientos. Olías acusó a la capital regional de «romper la buena vecindad» por negar una calle de Toledo para su mercadillo. En el caso de las basuras, el Ayuntamiento del municipio sagreño, ha anunciado que mantendrá los contenedores en la calle Lobo, (es una vía separada por la mitad: una acera es de Olías; la otra, de Toledo), pero que ya no recogerá los residuos en la parte toledana.