Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Mal aprendidos

23/10/2023

Recuerdo que mi madre me decía que había personas a las que sus padres habían intentado educar de la mejor manera posible, para que fueran ciudadanos bien educados, pero que, a veces, era difícil que alcanzaran tal calificación quedándose en ciudadanos mal aprendidos. Esta semana hemos podido ser testigos de un claro ejemplo. El señor Pere Aragonés, presidente de la Generalitat de Cataluña, ha intervenido ante el Pleno del Senado en la convocatoria que dicha Cámara hizo para que los máximos cargos de nuestras Comunidades Autónomas se expresaran. A dicha convocatoria no acudieron los tres presidentes socialistas, ni el presidente del País Vasco. La excusa era que el PP intentaba hacer del Senado una sucursal de la calle Génova. Puede que sea cierto, pero, mientras tanto, el Congreso se mantiene sin actividad, seguro que, por decisión de su presidenta, sin que medie instrucción alguna que emane de la calle Ferraz.
Pero vamos con el señor Aragonés. Nacido en Pineda del Mar (Barcelona) su abuelo paterno Josep Aragonés i Montsant, fue un empresario textil y hotelero que hizo su fortuna en la época Franquista llegando a tener el Hotel más grande de España en la década de los 60. Alcalde por Alianza Popular, cargo (el de alcalde) al que aspiró su nieto desde las filas de ERC alcanzando, en su mejor resultado dos concejales, dos. Como era de familia pudiente, obtuvo la licenciatura en Derecho por la Universidad Abierta de Cataluña, centro privado de reconocido prestigio, haciendo cursos de postgrado en la escuela Harvard Kennedy de la Universidad de Harvard. No es aventurado pues indicar que al señor  Aragonés, sus progenitores, no solo le impartieron una buena educación, si no que han buscado lo mejor para que pudiera alcanzar niveles de excelencia. Instrucción de calidad se le supone, pero ha bastado verle pasar por el Senado para apreciar que los padres de este ciudadano han dilapidado los recursos destinados a la educación de su vástago. Llegó al Senado, soltó su discurso y se largó por su izquierda sin una despedida educada a la Presidencia de la Cámara, ni esperar a escuchar lo que otros presidentes iban a decir. Muchos debieran pensarse a donde invitar a este personaje, porque puede que les deje en evidencia.