Un espectáculo, también desde dentro

Jaime Galán
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El Teatro de Rojas abre sus puertas con visitas guiadas por el Día Mundial del Teatro. Su telón principal, su mecanismo interior o la historia que arrastra son algunos de sus atractivos

Los visitantes no se perdieron detalle en la visita guiada al Teatro Rojas. - Foto: Yolanda Lancha

Puede sonar redundante, pero el lugar que tantos espectáculos recoge es también un espectáculo en sí mismo. La propia definición de esta palabra expone que tiene «el fin de entretener». No hay pruebas, pero tampoco dudas de que los ciudadanos que han tenido el privilegio de acudir a alguno de los pases de las visitas guiadas que el Teatro de Rojas ha organizado han salido entretenidos. 

Y es que no todos los días uno puede pasear por el escenario donde se representan obras teatrales de calidad, así como otros eventos de prestigio. Solo unos pocos pudieron hacerlo ayer durante todo el día, y otros pocos lo podrán hacer en los pases que quedan para la mañana de hoy. Una iniciativa que ha surgido por el Día Mundial del Teatro  y que ha permitido a toledanos o foráneos conocer de primera mano los entresijos de uno de los epicentros de la cultura toledana.

Con la narración de Pedro, el guía que acompaña a los grupos, los visitantes se sumerjen en esta aventura viajando en el tiempo. Esto se debe a que la visita comienza con un repaso a la historia, ya no solo del teatro, sino de este enclave. Y es que Pedro, en su citada labor como narrador, recuerda como antes de que existiera este edificio ubicado en la plaza Mayor, en 1575 se encuadraba el Mesón de la Fruta, que lejos de ser un mercado era el nombre que recibía el Corral de Comedias de aquella época en la ciudad.

Los visitantes no se perdieron detalle en la visita guiada al Teatro Rojas.Los visitantes no se perdieron detalle en la visita guiada al Teatro Rojas. - Foto: Yolanda LanchaEl origen es tan mágico y cultural que la persona a quién se encargó la reconstrucción que lo convertiría en Casa de Comedias en el año 1633 se apellidaba Theotocópuli. Obviamente no fue 'El Greco', pero sí su hijo Jorge Manuel. Finalmente, no se llegó a construir el edificio tal cual se conoce hoy hasta el año 1878, cuando se dedicó al dramaturgo Francisco de Rojas. 

Dejando de lado la historia que rebosa el antiguo Mesón de la Fruta, los visitantes llegan al patio de Butacas no solo para contemplar su belleza actual, sino para imaginar lo que en su día fue: cambiando los tonos azules actuales por un rojo pompeya predominante con complementos dorados. Aunque parezca difícil de comprender, la capacidad actual para albergar a cerca de 450 personas era ampliable hasta los mil asistentes.

Lo que sigue manteniendo es su formato «a la italiana» con arco de proscenio, según el guía de esta visita «uno de los más caros» en la época en la que se instaló. 

Antes de llegar al plato fuerte de la visita, hay que destacar uno de los aspectos más llamativos para los asistentes: la alcahueta. Este es el agujero que el telón principal tiene para que los actores puedan echar un ojo a su público antes de que éste se suba y decrete el inicio de la función.

Y ya puestos, sin duda alguna, llega el clímax de la cita. Espectadores con protección para sus cabezas incluida bajan casi cuatro metros por debajo del nivel de la plaza Mayor para conocer el prestigioso e ingenioso mecanismo que ideó el italiano Egidio Piccoli. Una herramienta llena de cuerdas y maderas originales del siglo XIX que permite elevar el patio de butacas a la misma altura del escenario solo con el empuje de dos personas. Es el único teatro que lo sigue manteniendo. También cuenta con cinco ascensores para cambiar la decoración o el contexto del escenario, pero este aspecto ya se ha cambiado por una puesta en escena rígida y no abierta.

Una joya arquitectónica, artística y mágica que permite ver al Teatro de Rojas con otros ojos, unos aún más maravillados.