Sergio Moreno sorprende y gana el II Certamen Domingo Ortega

Mario Gómez / ILLESCAS
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El novillero talaverano impacta en su debut de luces y logra alzarse con la segunda edición del trofeo promovido por la Diputación de Toledo y la Comunidad de Propietarios de la Plaza de Toros de Toledo. Alcurrucén lidió una extraordinaria novillada

Sergio Moreno ganó el II Certamen Domingo Ortega - Foto: L.T.

La cubierta de Illescas fue el escenario elegido para la final del II Certamen Domingo Ortega. Las condiciones del recinto lo hacía ideal para celebrar un festejo sin las inclemencias meteorológicas que, a pocos kilómetros de la localidad sagreña, están haciendo estragos en Las Ventas.

Una entipada y hechurada novillada de Alcurrucén era la materia prima que aguardaba en chiqueros para que ocho novilleros mostrasen el punto de rodaje y pugnasen por alzarse con el premio. De la novillada, variada de pelos y sementales, poco más que decir que extraordinaria. Seis de nota, uno medio y uno muy complicado, hacen un resultado con el que la familia Lozano confirma que en los cercados de El Cortijillo pasta bravura, nobleza y calidad conjugadas.

Lo más impactante llegó en el último capítulo de un acto que bordeó las tres horas y media. De azul pavo y oro se presentaba de luces, y con un escaso bagaje, Sergio Moreno, último producto de la Escuela Taurina de Toledo y que a base de valor sereno y consciente se metió al público en el bolsillo. Moreno siempre iba cruzado a pitón contrario, con los riñones metios, con el toque preciso y el embroque en el momento idóneo. A pesar de sortear el peor y más voluminoso de Alcurrucén, el debutante dio una lección de aplomo, y volteretas y porrazos a parte, Moreno apunta cosas muy interesantes, que esperemos que cuajen en una carrera que no ha hecho nada más que llegar. Emoción, pasión y entrega, que caló en los tendidos y que le valieron pasear dos orejas y llevarse el certamen.

Tres horas y media antes, abría la tarde el novillero Kevin Alcolado. El alumno de la ET de Alicante dejó buenos pasajes y mostró que atesora conocimiento y técnica como para desarrollar carrera incluso en el escalafón siguiente. Alcolado manejó bien alturas y distancias, y de no haber sido porque se alargó en exceso en su faena y la espada no estuvo efectiva, podría haber paseado una oreja.

Como si paseó la toledana Estrella Magán, quien dejó patente su oficio y técnica, que va en conjunción con su bagaje de luces. Magán dejó una interesante faena en la que sufrió una dura voltereta. Se repuso y sin enmendarse mostró lo mejor de su tarde, en dos arrebatadas tandas que alumbraron un toreo de quilates.

El madrileño Joel Ramírez mostró mucho oficio y estar con el animal propio de quien lleva un amplio haber de novilladas. Fácil y solvente, pecó quizá de no arrear y conjugar su faena todo lo que él sabe, y su faena se diluyó entre un mal manejo de la espada. Buena imagen dejó el valenciano Juan Alberto Torrijos, hijo del matador de toros del mismo nombre, y que mostró frescura y alegría, además de una cabeza despejada. Mismas sensaciones pero paseando oreja, dejaron Gonzalo Alves y Pedro de la Hermosa. Ambos novilleros rodados que solventaron sus actuaciones de forma notable, mostrando capacidad, ganas y voluntad, ante dos animales diametralmente opuestos. El del portugués Alves, mansito huidizo, mientras que el del alcarreño era un bombón para soñar el toreo.

En séptimo lugar toreó Alejandro González ante otro de los extraordinarios erales de Alcurrucén. El novillero mostró un toreo cabal, técnico y muy desarrollado y paseó el doble trofeo de un animal al que exprimió al máximo y de los que hacen ganaderías.