La provincia tiene 326 oficinas bancarias menos que en 2008

Á. de la Paz
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Las sucursales menguan un 48% en los últimos quince años. El tejido de oficinas en Toledo alcanza los 347 puntos, una cifra que puede minorar por la creciente digitalización del sector

El número de oficinas abiertas se ha reducido un 47% en la provincia desde 2008. - Foto: Yolanda Redondo

La provincia de Toledo ha perdido 326 sucursales bancarias en los últimos quince años. El 30 de junio de 2023 permanecían abiertas 347 oficinas en la provincia, una cifra un 48% inferior a la de 2008. Las fusiones entre entidades y la digitalización de los servicios han laminado la capilaridad del sector en el conjunto del país.

Según los datos que ofrece el Banco de España, el número de puntos de atención a los clientes en la provincia alcanzó los 673 en 2008, el año en que se produjo el mayor viraje de la economía mundial en décadas. Desde entonces, el volumen de oficinas se ha reducido en España de manera drástica.

En la actualidad hay unas 17.800 sucursales en todo el territorio nacional, frente a las aproximadamente 45.600 que se contaban en aquel momento. En buena parte de la mitad norte y el Levante peninsular, el recorte se estira por encima del 60 o el 70%.

En la provincia de Toledo existe una oficina bancaria por cada 2.000 personas (en 2008, había una por cada millar). Sin embargo, la atención comercial se suele concentrar en los principales núcleos de población, lo que dificulta el acceso de una parte de los ciudadanos, aquellos que residen en pequeños municipios, a este servicio. Ya en 2017 se contaban 43 pueblos toledanos sin sucursal, lo que suponía que casi 18.000 vecinos no disponían de la red financiera en su entorno más inmediato.

La crisis económica de 2008 disparó la morosidad bancaria y obligó al reajuste de un sector que empleaba a una importante cantidad de recursos humanos y tendía a la expansión territorial apoyada en el crédito. El frenazo que provocó el abrupto final de la explosión de la burbuja inmobilaria, especialmente severa en Toledo, redibujó la realidad de la banca en España: se rescataron cajas de ahorro, se obligó a la conversión de aquellas entidades en bancos tradicionales y se inició un proceso de fusión, aún por culminar, que ha reducido a la mínima expresión el número de entidades operativas. La concentración de marcas propició la duplicidad de los servicios. La necesidad de ajustar costes favoreció el cierre de oficinas y los expedientes de regulación de empleo.

Entretanto, la digitalización fue impregnando una actividad que hasta entonces había tenido un marcado carácter presencial. La banca on line crece, aunque no todas las capas sociales se acercan a esta solución con el mismo grado de confianza. Iniciativas como 'Soy mayor, no idiota' han puesto el foco en los problemas que origina la falta de personal en unas oficinas cada vez más escasas y que obligan a realizar ciertos trámites a través de dispositivos electrónicos y sin la ayuda de los empleados de la sucursal.

Algunas entidades financieras tratan de paliar las dificultades de sus clientes con la instalación de cajeros automáticos que permiten a los clientes extraer e ingresar fondos, además de abonar los recibos y tasas.

En el caso de la provincia, los servicios bancarios languidecen en los municipios más alejados de las principales vías de comunicación, zonas en las que la concentración de población es menor, las rentas son más bajas y el escaso vecindario que aún resiste en estos pequeños núcleos tiende al envejeci-miento. Sin embargo, un informe publicado por la consultora Accenture el pasado mes de marzo remarca la importancia «de la presencia física» en la relación del cliente con su banco. El estudio, realizado a 49.000 personas de diferentes países, apunta a que dos de cada tres usuarios prefieren tener una sucursal bancaria cerca de su domicilio, un deseo que también comparten los depositarios más jóvenes y que están más familiarizados con las nuevas tecnologías.