Los costes se comen la renta agraria

Vidal Maté
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El sector sigue perdiendo capacidad adquisitiva por la subida disparada de los medios de producción y la sequía reinante no mejora las previsiones

Los costes se comen la renta agraria

En unos casos es por la sequía y la consecuente merma en las producciones y en otros la culpa la tiene el insistente incremento de los precios de los medios de producción. El hecho es que la renta en el sector agrario, según la última evaluación hecha por el Ministerio de Agricultura, experimentó en 2022 una caída del 6,2% hasta los 27.664 millones de euros, empeorando el descenso del 5% que ya se estimaba el pasado mes de noviembre.

Estos datos se registran a pesar de una subida media de los precios agrarios del 21,3%, que en casos de producciones importantes -leche, aceite o cereales- superan incrementos del 30%, en parte como consecuencia de una reducción en el volumen de las producciones del 8,8%. Y es que esa subida queda eclipsada por el fuerte incremento de los precios de los medios de producción, especialmente de los fertilizantes, energía y los piensos. Para una gran parte del campo, se trata de un año en balde que puede acarrear la ralentización de las inversiones en los necesarios procesos para seguir modernizando el sector.

Medios agrarios coinciden en los temores a que la situación actual de reducción de cosechas por la sequía y el incremento en los costes agraven el comportamiento negativo de las rentas y los niveles de endeudamiento. En estas circunstancias el sector, además de los créditos habituales a bajo interés para mantener la actividad, reclama medidas de apoyo directo contempladas en las normas comunitarias, además de exenciones fiscales.

Según las estimaciones oficiales, en 2022 las producciones vegetales ascendieron a 36.276 millones de euros, con un incremento del 3,6% sobre el año anterior. Sin embargo, en volumen se registró una caía media del 13,6%, destacando un 24% en cereales, un 18% en forrajes, un 20% en frutas y un 7% en hortalizas. Hubo también una parte positiva, destacando el incremento del aceite de oliva un 6,4%, (se computa la campaña anterior). En materia de precios, la subida se situó en una media del 19,9% y destacan con un incremento del 33,6% los cereales y las plantas industriales como algodón y remolacha, del 55% en las plantas forrajeras, del 41% en la patata y del 28% en el aceite de oliva.

En lo que respecta a la producción animal, la misma ascendió a 25.090 millones de euros, con un incremento del 3,6%, pero con una caída en volumen del 1,5%. El sector que más redujo su producción fue el de avicultura de puesta, un 8,9%; pero también se vieron afectados el de la leche (-2,27%) y el porcino (-2,2%), mientras sólo creció ligeramente la avicultura de carne con el 1,3% y el vacuno con el 2,2%. Los precios registraron un incremento medio del 24% con los huevos a la cabeza con una subida del 57,8%, seguidos de la leche con el 28,5%, 26,7% el vacuno y el 22,1% el porcino. El ovino se mantiene como la cenicienta con una bajada de la producción del 0,2% y con una subida de los precios de solo el 8,1%.

A efectos de la renovación de los contratos de arrendamiento rústico y siempre que en los mismos se contemplen exigencias para la actualización de las rentas, Agricultura acaba de publicar los índices de los precios percibidos por agricultores y ganaderos de cara a la posibilidad de su aplicación. En este sentido, el incremento medio del índice de los precios en 2022 frente a 2021 ha sido del 24,5%. Para el conjunto de las producciones agrícolas, ese incremento medio de índice fue del 23,68%, destacando un 39% en los cereales, un 44,7% en las leguminosas grano, un 42% en los tubérculos como la patata, un 29% en los cultivos industriales como la remolacha, un 55% en los cultivos forrajeros, un 34% en el aceite y un 10,6% en el viñedo. En el caso de las producciones ganaderas en las que estén arrendadas tierras, el incremento medio es del 25,7% con un 29% en el vacuno de abasto, un 9% en el ovino, un 22% en el porcino, un 29% en la leche y un 57% en la lana.

Los protagonistas.

Más aún que en campañas anteriores, los costes de producción fueron los protagonistas del sector agrario con un volumen de 34.872 millones de euros y un incremento del 28,5% que supuso una bajada de la demanda en volumen del 2% y un incremento medio de los precios del 31,1%. El sector agrario se vio más obligado a hacer cuentas con el riesgo de que las mismas afectaran a los futuros rendimientos y empleó un 11,2% menos de fertilizantes, que se encarecieron un 74,3%; un 1,9% menos de energía, cuyo precio aumentó un 52,4%; y un 1,5% menos de piensos, que fueron un 35,1% más caros. En la parte positiva solo destaca un aumento de compras de productos fitosanitarios del 3,8%, a pesar de una subida de los precios del 19,6%.

El número de UTAs, (Unidades de Trabajo realizadas por una persona a tiempo completo durante un año), lo que se puede considerar como activos a efectos de la distribución de la renta global, descendió un 6,1% hasta los 850.000. La evolución de las rentas por ocupado no acompaña para la incorporación de jóvenes a la actividad agraria, al margen de los impedimentos que ya suponen la falta de servicios en el territorio rural.

En relación con la situación económica de la actividad agraria, cabe destacar que en el cuarto trimestre de 2022 el nivel de endeudamiento del sector se elevaba a 21.582 millones de euros, con un descenso del 2% sobre el trimestre anterior y del 1,2% en cómputo interanual, lo que supone el 77% de la renta agraria. Los créditos de dudoso cobro se sitúan en 900 millones de euros y se mantienen estabilizados suponiendo el 5% del total. El máximo endeudamiento del sector agrario se registró en 2008 con 23.936 millones de euros.

El nivel de endeudamiento en el sector agrario tiene una doble lectura. Por un lado se podría considerar positivo y como una apuesta a futuro de agricultores y ganaderos que invierten en mejoras para sus explotaciones. Sin embargo, cuando se registra un descenso en las rentas y hay menos disponibilidad de recursos, la caída del endeudamiento supone renunciar a nuevas inversiones y a la postre a esas mejoras que demanda cada vez más la actividad agraria para aumentar su competitividad. Frente a lo que sucede en el campo, en la industria agroalimentaria y en el mismo periodo, su endeudamiento creció el 1,1% hasta superar los 25.000 millones de euros y situarse en el nivel más elevado de los últimos años.