Adiós a Juan 'El botas', el hombre libérrimo

J.Moreno
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La singular personalidad de Juan Lázaro cautivó a Santa Cruz de la Zarza. Vivía en una cueva, se buscaba su propia comida y siempre calzaba unas katiustas. Ingresó en la residencia municipal y murió al día siguiente

Adiós a Juan ‘El botas’, el hombre libérrimo

Eva alzó la mirada y observó a unos jóvenes de Santa Cruz de la Zarza compungidos. Inmediatamente, rebobinó su vida y detuvo el recuerdo en esa adolescente que compartía también con esos chavales su admiración por Juan Lázaro 'El botas'. La tribulación conjunta se debía al fallecimiento de este octogenario libérrimo y excéntrico que entreveraba las conversaciones con expresiones francesas.

Expresiones como 'Oui' o 'Mon cheri' descolocaban al interlocutar; tanto, como su marcado acento francés. Juan 'El botas' emigró a Francia durante una juventud desenvuelta también en África. Desde su Santa Cruz de la Zarza natal, se embarcó en la aventura de completar la mili en el Sáhara. Y ese chaval pegado a la tierra de su infancia quedó fascinado con aquella gente; convivió con los lugareños, prolongó su estadía e incorporó la costumbre del té que nunca abandonó. Siempre había un té para los visitantes.

El apodo respondía a que calzaba siempre katiuskas. Incluso en verano. Era una de las rarezas que aromaban la personalidad de este hombre que vivía en una cueva y se alimentaba por sus propios medios. Que si plantas, que si aceitunas, que si huevos crudos, que si carne también medio cruda de animales criados por él mismo. «Era el último hippie del planeta. Iba al revés del mundo. Era una fan de cría, y sigo siéndolo», detalla a este diario Eva García Hijón, concejala de Bienestar Social de Santa Cruz de la Zarza.

Adiós a Juan ‘El botas’, el hombre libérrimoAdiós a Juan ‘El botas’, el hombre libérrimoEva preparó junto con Raquel, la trabajadora social, y Pilar, la auxiliar de ayuda a domicilio, un funeral digno para ese hombre educado, culto y atípico. «Con mucha mundología», apostilla con la voz descompuesta aún. La opinión de los vecinos era dispar; había quien no simpatizaba con Juan. Pero nadie duda de que se trataba de una persona simpar en este municipio de 4.300 empadronados. La concejal pretende incorporar la maleta con sus recuerdos al archivo municipal.

Los servicios sociales lidiaban desde hace 15 años con esa personalidad libérrima de Juan, quien viajaba de un lado al otro del pueblo en una bicicleta. Trabajó como albañil en Francia, pero descuidó el cobro de cualquier pensión. A su regreso, se apañó una chocilla en pleno campo y luego se ingenió una casa en una cueva de unos terrenos familiares en el casco urbano. Los funcionarios municipales tramitaron una pensión no contributiva para protegerlo de esa persistencia de vivir en el extrarradio.

Eva difundió la muerte de Juan por los canales de comunicación del Ayuntamiento con un obituario singular. Más bien, una divagación sobre el misterio de la personalidad de Juan. «Escucharon, sobre todo escucharon, tus anécdotas, tus recuerdos. ¡Qué de recuerdos! Toda una vida y al final sólo una maleta y... tus botas», reflexionaba.

 «Forma parte de la historia de Santa Cruz de la Zarza», concreta Eva, quien sugería siempre a Juan que debía abandonar la cueva, una oquedad excavada por él que amenazaba un desprendimiento completo. La insistencia venció la rebeldía del octogenario, aquejado de bronquitis. 'Oui' diría cuando aceptó el día 11 ingresar en la residencia municipal 'San Francisco. A la jornada siguiente, como un simbólico último rapto indomable, moría a los 83 años.

«Allá donde estés, estarás libre como te ha gustado, y feliz con tus botas», deseó, cómplice, el párroco durante la misa de despedida en la iglesia de Santa Cruz de la Zarza. Entonces, Eva alzó la mirada, contempló la mezcla de vecinos entristecidos y comprendió que compartía esa admiración inquebrantable por Juan 'El botas'.