670 años del privilegio de Pedro I a algunos lugares de Toledo

José García Cano*
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El rey Pedro I mandó que en Toledo no se cobrasen las rentas de los arrendamientos de las penas y caloñas (cargas pecuniarias que se imponían por delitos) del ordenamiento que él había dado. Demostraba el respeto que este monarca sentía por Toledo

Estatua orante de Pedro I. - Foto: Casa Moreno Archivo de Arte Español IPCE Ministe

'Et porque Toledo et los moradores de ella sirvieron siempre muy bien a los reyes donde yo vengo, et a mi en todo lo que fue mio serviçio, tengo por bien que Toledo et todos los moradores della et su termino con Orgas [Orgaz] et Torrejon en Polvoranca et Casa Rruvios del Monte [Casarrubios del Monte] et la Torre de Estevan Anbran [La Torre de Esteban Hambrán] et Galves [Gálvez] et Corral Nuevo que sean quitos destas penas et calonnas que fueron arrendadas este anno de la era de esta carta et que non paguen ninguna cosa del dicho repartimiento…'

Así reza parte del privilegio con el que el rey Pedro I mandó que en Toledo no se cobrasen las rentas de los arrendamientos de las penas y caloñas (cargas pecuniarias que se imponían por ciertos delitos) del ordenamiento que él había dado. Fue otorgado en la ciudad de Sevilla el 30 de noviembre de 1353 y redactado por el escribano Alfonso Ruiz y se conserva en el riquísimo Archivo Municipal de Toledo. Con este privilegio Pedro I demostró el respeto que este monarca sentía hacia nuestra tierra y para comprender mejor aquella situación que se vivía a mediados del siglo XIV, recordemos que este monarca llevaba reinando desde 1350, ya que era el único hijo de Alfonso XI y de María de Portugal, un reinado el suyo, no exento de problemas importantes como la guerra civil castellana y la contienda que también surgió contra Aragón. Periodo marcado igualmente por las malas cosechas y epidemias (como la de peste declarada en 1348) que asolaron nuestro país, con las correspondientes consecuencias económicas y a lo que hay que sumar la política de este rey, para unos justiciero y para otros cruel, que terminó con el enfrentamiento con su hermanastro Enrique, el cual le asesinó en Montiel en 1369.

No será este privilegio del que esta semana se cumplen los 670 años, el único que firmase don Pedro I a favor de los toledanos, ya que casi dos años después, en la localidad zamorana de Toro, este mismo monarca concedió un perdón a todos 'los de Toledo', que habían participado en los sucesos y tumultos ocurridos en la ciudad durante la estancia de su esposa doña Blanca de Borbón a la cual había enviado al Alcázar toledano para que la tuvieran presa y desde donde Blanca envió sendas cartas al papa Inocencio VI, para contarle la forma en que la trataba don Pedro I. Por esta razón la ciudad de Toledo se sublevó contra el monarca y se posicionó del lado de Blanca, la cual salió del Alcázar para refugiarse en la Catedral, donde se organizó junto a ciertos vecinos y nobles que la apoyaron. El final de doña Blanca fue muy triste pues moriría envenenada por orden de su marido, quien no demostró hacia ella ningún cariño, aprecio ni mucho menos amor. En este segundo privilegio se perdonó a los toledanos, pero con algunas excepciones, como por ejemplo, «los moros de Toledo contra quien fuere hallado que hicieron algunos maleficios contra los míos judíos en la judería de Toledo», confirmando con esta excepción la protección que el rey dio a la población judía. Entre otros personajes a los que el perdón no afectó, encontramos a un tal Iohan Ferrandes Abayub, un zapatero que había sido el amo de la mujer de Yuçaf el Levy, un apellido que nos es familiar, ya que su padre era Samuel ha-Levy Abulafia, el tesorero (o almojarife) de Pedro I y promotor de la actual sinagoga del Tránsito, la cual levantó a modo de capilla privada en lo que fue su gran palacio en la judería toledana.

Gracias a un documento de confirmación de donación de unas casas, datado el 15 de abril de 1371 y otorgado por el obispo de Badajoz, conocemos de la existencia de otro hijo de Samuel ha-Levy, que fue un tal Mayr y que había sido propietario de las susodichas casas. La figura del que fue tesorero del rey tiene mucha relación con Toledo, ya que en el citado palacio que poseyó en lo que hoy es la zona del Tránsito, guardó el tesoro real hasta que los seguidores de los Trastámara lo saquearon en 1354. Posteriormente y gracias a su astucia y diplomacia, Samuel ha-Levy ayudó a Pedro I a volver a Toledo con el apoyo de los judíos toledanos afines al primero, algo que finalmente no supo agradecer el rey, ya que le encarceló y torturó hasta la muerte, creyendo que le había engañado robándole parte del tesoro real.

Otro periodo tristemente importante en Toledo fue el comprendido entre abril de 1368 y mayo de 1369, cuando la ciudad estuvo sitiada por las tropas de Enrique, hermano del rey Pedro I, ya que la vida en el interior de las murallas se hizo bastante difícil y algunos edificios toledanos se arruinaron y perdieron para siempre; por ejemplo hasta veintiuna casas propiedad del cabildo catedralicio se encontraban derribadas en este periodo y por otro lado, veintisiete tiendas y ocho mesones, de los cuales algunos se habían demolido a propósito para conseguir espacio en el que ubicar el claustro de la catedral toledana. Esta acelerada pérdida patrimonial se vio incrementada poco después, -concretamente en 1391- cuando tiene lugar un conocido pogromo que provocó la destrucción de diversos edificios judíos, entre ellos algunas sinagogas y escuelas rabínicas. No olvidemos que de aquel siglo proceden edificios y portadas mudéjares impresionantes, como la del convento Madre de Dios -hoy universidad-, y que fue levantada en la primera mitad del siglo XIV gracias a la familia Oter de Lobos. Y si hablamos de Pedro I y de palacios, no olvidemos el espectacular edificio situado en Torrijos, que fue testigo del bautizo de doña Beatriz, hija del monarca y de su amante María de Padilla, ocurrido en enero de 1353.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.